Cabreado. Decepcionado. Furioso. Triste. Engañado. Estos son algunos de los adjetivos que me vienen a la cabeza después de leer ‘Final de Partida’, un muy recomendable libro de Ana Romero en el que se narra el camino a la abdicación de Juan Carlos I.

 

El retrato que la periodista hace del rey emérito es, sencillamente, demoledor. Dibuja a un rey tan caprichoso, maleducado y grosero que los que trabajan para él están deseando darle puerta. Acostumbrado a hacer siempre lo que le da la real gana, antepone su felicidad a cumplir con los deberes que implica su cargo. Se le llena la boca cuando pronuncia España pero entre España y Corinna prefiere a esta última, aún sabiendo que su relación podía resultar muy perjudicial para nuestro país.

 

Cuenta Ana Romero que Juan Carlos I le confesó a un ministro que no soportaba a la Reina Sofía: “La odio”, fueron sus palabras textuales. No se lleva con sus hijos ni con Letizia y apenas tiene contacto con ninguno de sus nietos. Cuando mantiene encuentros con los periodistas que cubren las informaciones de Casa Real mete tanto la pata opinando sobre política que sus declaraciones son impublicables. Se apela al off the record para no machacar su imagen.

 

Si los últimos cuatro años como Rey son como los ha relatado Ana Romero en su documentadísimo libro, debo pensar que todos los anteriores también debe haberse comportado de una manera tan frívola, tan pueril, tan poco profesional. Lo que nos lleva a concluir que su respetada y ensalzada figura ha sido un engañabobos, una filfa, una mentira que no hubiera soportado unos exámenes como los que, afortunadamente, se pueden llevar a cabo ahora sobre cualquier personalidad. Resulta muy complicado tenerle respeto a Juan Carlos I después de leer este libro.