Anabel Pantoja se enfadó mucho cuando le dije que esto revalorizaba su imagen

Al día siguiente hablé con Anabel, que fue a ver a la convaleciente Belén Rodríguez. Al principio la noté un poco remisa a charlar conmigo pero se encabronó mucho cuando le dije que la cosa no era para tanto, que todo esto revaloriza su imagen.

Y entonces entró al trapo. Si me hubiera tenido al lado se me habría tirado al cuello por lo que solo pudo lanzarme tres o cuatro exabruptos. “Jorge, ¿tú te imaginas lo que hubiese pasado si eso lo hacéis conmigo en el plató? ¡Me tenéis que llevar al veinte de octubre!” “Al doce, al doce”, le corrijo.

Es exagerada hasta para denominar a los hospitales. Permito que se desahogue un poco más y entonces voy a lo verdaderamente importante: “Oye, le escribo a tu amigo bailarín y me responde sin mucho entusiasmo”. “Pero te responde, ¿no?”. “Sí, pero es que yo estoy esperando que me diga de vernos”. “Eso es que no le gustas”, contesta ella lentamente, relamiéndose, disfrutando con su venganza.

 “Bueno, no pasa nada. No se te ocurra subir la foto que te has hecho con Belén, que la quiero en exclusiva para mi blog”. Oye, y me hacen caso. Son unas benditas. Pues nada, a olvidarme del bailarín. Tampoco me gustaba tanto.

P.D.: Típica respuesta de persona rechazada. Sí que me gustaba, sí. Pero ya lo decía Rocío Jurado: no somos monedas de cinco duros que gustan a todo el mundo.