Cementerio secreto: Entramos en el rincón del Palacio de Liria, hogar de los Alba, que poca gente conoce

Escondido en los jardines del Palacio de Liria yacen decenas de mascotas, con sus respectivas lápidas y tumbas. Una costumbre heredada que Cayetana de Alba consolidó y que sigue vigente a día de hoy lugar escondido

CAYETANA
Gtres

Actualmente, cuando uno paga los 23 euros de la entrada para visitar el Palacio de Liria, puede maravillarse con las grandes intimidades que esconde la casa de los Alba. Hablamos de capillas diminutas con frescos que recuerdan a las puertas del infierno, y donde actualmente se celebran los eventos religiosos de la familia, un autógrafo de Colón, el cuadro con Mickey Mouse y una Cayetana niña que Zuloaga pintó en 1930 y hasta la última morada de Flashito. 

¿Que quién era Flashito? Imagino que todos los que crecimos con ‘Aquí hay tomate’ ubicamos rápidamente a uno de los perros preferidos de Cayetana de Alba. Su mascota idolatrada, por la que sentía debilidad y que, desde 2011, yace para siempre en los jardines del palacio en el que fue tan feliz y tantos pajarillos persiguió. 

cayetana
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Los Alba poseen una enorme virtud que, a día de hoy, sigue vigente en miembros de la familia como Eugenia Martínez de Irujo. Su madre, Cayetana, heredó de sus progenitores el absoluto cariño y respeto por los animales y, desde pequeña, creció rodeada de mascotas de toda clase, loros, gatos, tortugas y, por supuesto, también perros. Canes de cualquier ralea o condición que, si se cruzaban en el camino de Tana, lo más probable es que acabaran viviendo en palacio junto a ella. Fue así desde que era niña y siguió siéndolo hasta la última etapa de su vida. 

Las mascotas, miembros VIP en Liria

Estas mascotas, además, tenían condición de miembros de la familia. No cumplían una función específica en el hogar, más allá de ser el objeto de todo el cariño, mimos y cuidados. Nada de vivir a la intemperie o de hacer trabajos de vigilancia. No, los perros de Cayetana llevaban vidas de verdadera nobleza perruna.

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Conchi Álvarez de Cienfuegos

Por eso se merecían un reposo final a la altura de la vida que habían llevado. Un descanso último en el jardín del palacio, detrás de la casa, con una tumba a medida y con una lápida que recogiera, no solo su nombre, sino, también, aquello que le gustaba hacer. 

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Conchi Álvarez de Cienfuegos

“Le gustaba pasear todos los días en coche”, “regalo del duque a la duquesa”, “Flash, ‘Flashito’, mi perro más fiel”. Y así un sin fin de detalles que recuerdan a las mascotas que habitaron en el palacio; algunas de ellas, desde el siglo XIX. Hay perros, pero también loros y tucanes. Para los Fitz James Stuart todos los animales eran susceptibles de ser adoptados, rescatados y cuidados; y daba igual que este fuera un animal doméstico al uso o uno un poco más llamativo, como fue el caso de un cerdo. 

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Conchi Álvarez de Cienfuegos

En los años 70, Liria también fue el hogar perfecto para este porcino animal, después de que unos compañeros de Eugenia, con motivo de su 18 cumpleaños, le regalaran un cerdito, al cual “lavaron, perfumaron y vistieron con ropita de bebé”, tal y como Lecturas dio cuenta de ello en las páginas de su revista. 

En Liria, todos los animales eran bienvenidos. Una tradición que sigue viva en el espíritu de la menor de todos los hijos de Cayetana, a quien el mundo animal le fascina por completo y lo mismo disfruta de sus burritos, que de sus perros recogidos; y siempre siempre se muestra feliz de vincularse con causas animalistas. A buen seguro, un gran orgullo para su progenitora. 

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Gtres

 

Cuando Flashito murió, ella se sumió en una profunda pena. Este animal que, tal y como se cuenta, fue un regalo del rey Juan Carlos, vivió 15 años y fue una de las grandes alegrías de los salones enmoquetados del palacio. En Liria, durante muchos años, los ladridos de los perros convivieron con majestuosos bustos de Eugenia de Montijo, retratos de familia y fotos firmadas de amigos de la casa de Alba, como Alfonso XIII o Jackie Kennedy. Ahora, el palacio ha perdido esa condición de hogar privado desde que ha abierto al público, y ya no alberga esas carreras ni se oye el tac tac taca de las patitas peludas. 

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Conchi Álvarez de Cienfuegos

Puede que, que el actual duque, Carlos Fitz-James Stuart, haya trasladado parte de la vida animal de Liria hasta sus estancias privadas. Estamos convencidos de que no habrá querido privar al palacio de sus inquilinos más fieles. De lo contrario, habría sido una absoluta decepción para la mujer que siempre pedía viajar con todos sus animales.