Rifirrafe de excuñados, Cayetano Martínez de Irujo no quiere cruzarse con Fran Rivera

Y pensábamos que el ‘fichaje’ (o no fichaje, como ellos lo quieran decir) de Toño Sanchís en ‘El programa de Ana Rosa’ había sido polémico… ¡Menuda tienen liada en ‘Espejo Público’ con sus dos colaboradores más mediáticos, Fran Rivera y Cayetano Martínez de Irujo!

El programa pensó que sería de lo más enriquecedor contar con las visiones de estos dos excuñados en su mesa de corazón, pero las tendrán que tener por separado, porque ellos no están dispuestos a cruzarse por los pasillos de Antena 3.

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Fran es el ‘nuevo de la clase’, algo que incomoda a Cayetano, colaborador con más veteranía en ‘EP’, y ha pedido una única condición para continuar trabajando con ellos: no coincidir con el hombre con el que su hermana se casó hace casi 20 años, apuntan desde El Español. Se ve que lo de pasar página no es algo fácil de conseguir para el hijo de la Duquesa de Alba y se ha mostrado muy “enfadado” con tener de compañero de programa al ex de su hermana pequeña.

Rivera no ha ocultado los problemas que mantiene desde hace años con los miembros de la casa de Alba. A pesar de haber contado siempre con la simpatía de doña Cayetana, los problemas por la custodia compartida con su hija han hecho que las relaciones entre ellos se hielen, hasta el punto de no querer verse ni en pintura, y, mucho menos, en el trabajo. Con la tensión acumulada durante todos estos años de tiranteces, imaginad si toda esta explotara por los aires con los nervios del directo, sería su mayor pesadilla.

Fran aporta su visión de personaje público cuando se realiza el análisis de la crónica rosa, siendo su testimonio, en algunas ocasiones, un elemento indispensable para entender qué sucede con según qué personajes. Como hace una semana, cuando, sin pelos en la lengua, volvió a sacar el tema que mantiene a él y a su hermano distanciados de Isabel Pantoja: la herencia de Paquirri. Rivera no tiene ningún problema en reconocer que si ella le diera los objetos de su padre, todo podría arreglarse, en cambio, Isabel se niega a dar su brazo a torcer.

Cuando todavía eran amigos, aunque no cuñados