El príncipe Harry estaba sobrecogido mientras atravesaba las puertas del Castillo de Windsor. Le acompañaba su hermano, el príncipe Guillermo, que vivió instantes muy parecidos en 2011, cuando dio el sí quiero a su actual mujer, Kate Middleton; hoy le toca al ‘pequeño de la casa’ dar el paso. La tarde del 18, tras hacer los ensayos de la boda, el hijo de Carlos quiso agradecer al pueblo británico su absoluta entrega para con su gran día y quiso darse un auténtico baño de multitudes.

Harry y Guillermo, vestidos de manera informal pero muy elegantes, con pantalones oscuros, camisa blanca (sin abrochar completamente) y americana, clara para el novio, oscura para el padrino, salían a saludar a los miles de británicos apostados en la puerta del castillo. El hijo más joven de Diana de Gales se llevaba la mano al corazón, en sentido gesto de agradecimiento. Los fans de la Corona gritaban enloquecidos. Harry se ha hecho fotos, ha recogido regalos (quizás el más especial fue un osito de peluche que llevó en su mano a lo largo del recorrido) y hasta hizo bromas. El treintañero hizo gala de su buen humor ironizando acerca de que solo pretendía llegar al “pub que hay al final de la calle”.

Se le veía radiante de felicidad y sin nervios, aseguraba esta “genial” y feliz por la inminente boda de la que hoy todos seremos testigos. Tras este encuentro con los británicos, los dos hermanos se metieron en su coche y pusieron rumbo al hotel en el que pasarían la última noche de soltero del menor, el Coworth Park, a 25 minutos de Windsor, donde se vestirá de novio y saldrá listo para dar el ‘sí, quiero’ a su alma gemela.