Cuando Adolfo Suárez llegó a la Moncloa el palacete estaba en ruinas. “Ofrecía un aspecto deprimente, oscuro, viejo y destartalado”, explica la escritora Pilar Cernuda. Una dramática situación que sufrió, principalmente, la mujer del político. “Provocó una fuerte desazón en Amparo, que tiempo después sufrió una profunda depresión a la que contribuyó no poco el ambiente de La Moncloa”, apunta.
Cernuda es una de las personas que mejor conoce los cambios que ha sufrido el palacio de la Moncloa durante los mandatos de los diversos presidentes. Desde la renovación que llevó a cabo Suárez hasta la transformación en los años que gobernó González o la apuesta por el deporte en los tiempos de Rajoy y Zapatero. Cambios que han hecho de la Moncloa un complejo que dista ya mucho del palacete primigenio.
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En su libro ‘Moncloa confidencial’, Cernuda relata con precisión cada nueva iniciativa que incluyó cada presidente en el que fue, durante unos cuantos años, su hogar y el de su familia. Muchos de los hijos de los políticos, de hecho, terminaron aborreciendo su estancia en el palacete. Allí era imposible llevar una vida más o menos normal para los más jóvenes de la familia.
Reformas de verano
“Se aprovecharon las vacaciones de verano para acondicionarlo mínimamente, pero lo cierto es que, cuando se trasladó la familia Suárez, el palacete ofrecía un aspecto deprimente”, escribe Cernuda. “Las condiciones en las que se encontraba el palacete hizo que tuviese que sufrir sucesivas obras de acondicionamiento. Entre otros motivos porque allí, además de albergar el despacho del presidente y los de sus colaboradores, debía residir una familia”.
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Llevarse a toda una familia a vivir en una residencia oficial ha sido un trauma que han repetido todos y cada uno de los presidentes de Gobierno. A ninguna de sus mujeres les hizo gracia alguna dejar su residencia para pasar a vivir en el complejo. La que peor lo llevó fue Carmen, la entonces mujer de Felipe González. Frenar su vida fue un golpe que Romero no consiguió superar.
“Adolfo Suárez pidió que hicieran las obras necesarias en la piscina para ser utilizada, pues estaba destrozada por la falta de uso”, relata Cernuda. Sus hijos no tuvieron tantos problemas como los de los presientes anteriores. De hecho, llegaron a confesar que habían pasado algunos de sus mejores años.
Los cambios de Felipe González
“En tiempos de Felipe González, además de dar un giro espectacular al Salón de Columnas, también se eligieron cuadros modernos para sustituir a los clásicos aportados por Patrimonio Nacional”. Tanto González como los siguientes presidentes aprovecharon para redorar el despacho oficial. Sobre todo a nivel pictórico pero también con algunos muebles.
Ana Botella, como recoge la revista ‘El Mueble’, fue la única que se trajo enseres de su propia casa para instalarlos en Moncloa. “Decidió llevar a La Moncloa algunos de los muebles de su residencia, entre ellos los sofás rojos que se habían hecho famosos porque aparecían en todas las fotografías que ilustraban las entrevistas que se le hacían a Aznar”, explica al respecto Pilar Cernuda.
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Elvira Fernández, mujer de Mariano Rajoy, optó por reformar todo lo que relativo a los menús de las recepciones. “Una de las iniciativas de Viri fue que los menús oficiales y los canapés que se servían en las recepciones se hacían «en casa», donde había personal y medios apropiados para ello, en lugar de encargarlos a restaurantes”, explica.
Viri, tal y como se la conoce, “dio su toque personal a la zona familiar de La Moncloa, pero en su caso no encargó muebles nuevos, sino que pasó días en los almacenes de La Moncloa y Patrimonio eligiendo los que le parecían más apropiados para la nueva vida que iban a tener su marido, ella y sus dos hijos”.