Era el año 2016. Pelayo Díaz se sinceraba en las páginas de la revista Lecturas. Era jurado en el programa ‘Cámbiame’ y llevaba ya una larga trayectoria a sus espaldas. El futuro iba a ser brillante y esperanzador y así ha sido. El hoy exconcursante de ‘Supervivientes 2025’ tenía muy claro que lo suyo era la moda y la televisión. Lo que igual no se veía era en un programa tan duro.
Recuperamos esta impactante entrevista de Pelayo en un momento vital distinto. Ahora se reúne con su familia y su novio y se recupera después de tantas semanas de privaciones. En aquel. Momento estaba feliz por el nacimiento de sus sobrinos. “Se le cae la baba y admite que quiere ser padre”, contaba en la entrevista. “Solo o acompañado. Nos confiesa que lleva un año soltero y que su casa tiene ya una tercera habitación para sus futuros hijos”.
¿Qué es lo que más te cuesta?
Saber en qué límite me tengo que quedar. Hasta dónde puedo hablar. Hay asuntos en los que se me pone en un compromiso al responder.
Pelayo, ¿cuáles son los pilares de tu vida?
La familia es un pilar muy fuerte, pero el principal creo que está en mí mismo. Las cosas que hago, el hecho de haber estado trabajando y estudiando define muy bien lo que soy. Me ha mantenido en equilibrio. Cuando ha habido épocas sin trabajo o de vacaciones, incluso, me pierdo un poco. Necesito estar ocupado todo el rato. Ahora con ‘Cámbiame’ es fácil. Es un trabajo que me encanta. He descubierto que la televisión es mi medio.
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Y de las personas de tu entorno, ¿quién te da calma y quién es la diversión?
Tengo muchos grupos y muy diferentes los unos de los otros. Mi mejor amigo, Juan, es muy terrenal y hace que mi mundo funcione. Tengo también el grupo de Hiba Abouk, que es mi ‘no esposa’ y la amo, el grupo de moda y cine, gente con la que tengo muchas cosas en común. Y luego mi familia es la que me pone los pies en el suelo. Me hablan del trabajo, de la humildad, de la perseverancia. Ahora, mi hermana ha sido madre y me encanta ser tío. Y hace que me replantee muchas cosas.
¿Cómo ser padre?
Sí, tengo muchas ganas, pero ahora no tengo tiempo.
¿Entonces, te apetece?
Muchísimo. Siempre he sabido que quería ser padre. Hace tiempo que empecé el engranaje para conseguir esa parte de mi vida. Encontré una casa con tres habitaciones, una de ellas para los niños. Ahora está vacía, pero ya sé que puedo empezar el proceso para tenerlos cuando quiera.
¿Y los tendrías solo?
Sí. No tengo ningún problema en ser padre soltero.
El título de tu libro es ‘Indomable’, ¿de dónde te viene?
Estar en París me vino muy bien pero un día volví a Madrid y de repente pensé: “Me quiero quedar”. No me sentía bien allí. Se lo contaba a una amiga. Siendo dramático, le decía: “Cualquiera de estos podría ser el último y quiero que, si me muero, os riáis todos pensando que Pelayo era un loco, un kamikaze que siempre hizo lo que le dio la gana”. Y ella me dijo: “Pelayo, vas a hacer lo que quieras, eres un indomable”. Y pensé: “Sí, lo soy. Indomable”.
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¿Un hombre indomable que se arrepiente de esa fuerza indómita o que repetiría todos sus pasos?
Sí, volvería a hacer las cosas tal y como las hice. Sin duda. Puedo decir con satisfacción que no me arrepiento de nada. Todo lo que he hecho lo he hecho porque lo sentía, porque era lo correcto para mí, porque era lo que más me beneficiaba. Me ha sorprendido tu reflexión sobre si un día te mueres.
¿Tienes la muerte muy presente?
Es extraño, pero sí. Hace un año murió Dunia Ayaso [directora de cine] y lo pasé muy mal. Yo tampoco estaba pasando un buen momento, era el momento de mi separación [del diseñador francés Nicholas Ghesquière] y cuando murió pensé: “Puede que lo último que estoy haciendo sea lo último con lo que se quede la gente”. El último trabajo de Dunia fue un video que hizo para una de mis redes sociales.
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Tus padres siempre te han apoyado mucho.
Tengo mucha suerte. Porque no todos los padres apoyan a sus hijos.En el programa tenemos unos dramas familiares… Mis padres han visto que soy muy valiente y que siempre he tirado para delante. Un día mi padre me dijo: “Eres como yo”. Y eso, la verdad, me emocionó. Porque mi padre es la persona que más admiro del mundo.
Un hombre que empezó de cero, que no tiene carrera universitaria y que se hizo a sí mismo. Recuerdo cuando iba en traje y en la Vespa a buscarme al colegio y lo que les gustaba a las niñas.
En el colegio no lo pasaste muy bien, tengo entendido.
Ni bien ni mal. No sirve dramatizar sobre este tema. Lo que vivimos en el colegio es algo que nos prepara para lo que va a pasar en tu vida. En el colegio religioso en el que estudié yo me salía de lo establecido: quería modificar el uniforme, jugaba con las niñas y no con los niños. Era el rebelde, pero me divertía mucho porque a mí me parecía un juego. Mi objetivo fue demostrar a la gente que estaban equivocados conmigo. Así, pasé de ser el peor estudiante al mejor de la clase cuando llegué a bachillerato artístico, cuando nunca había sido el mejor en nada. Al final, aquel colegio me sirvió. Pasé del macarra al pijo. Seguir el patrón es aburrido.
¿Ha cambiado la fama tu forma de ser o de comportarte?
Yo no he dejado de salir porque me encanta salir de fiesta, pero hay muchas veces que mis amigos tienen que asumir el papel de agentes de seguridad cuando están conmigo.
Me da miedo que un día no quieran salir conmigo. Eso es lo que más me asusta.
Pensaba alquilar una casa en Ibiza para celebrar mi cumpleaños, y ahora me estoy planteando cómo organizar la seguridad de la fiesta. Imagínate, yo, que no soy nadie, y me tengo que plantear este tipo de cosas como si fuera… no sé.
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¿Y las críticas cómo las asumes?
No tengo problema. Me encanta que haya gente que les parezca fatal lo que hago. Lo que me preocupa es generar indiferencia.
¿Tienes muchos pretendientes?
Como todo el mundo, supongo [risas].
Pero se ligará más siendo Pelayo Díaz, digo yo.
No te creas. Desde que salgo en la tele creo que ligo menos. Así como te piden fotos, creo que la gente imagina que eres inalcanzable o que estás más lejos de lo que estás, cuando yo, cuando se apaga el foco, soy Pelayo, no hay nada más. Creo que les da reparo acercarse por si alguien dice: “Mira, intenta ligarse a Pelayo”.