No ha sido la suya una vida fácil. Al contrario, la biografía de Julia Roberts está plagada de episodios tan desoladores que parece increíble que la otrora llamada ‘novia de América’ haya sido capaz de reinventarse otra vez sacando fuerzas de flaqueza. Los últimos meses han traído dos noticias devastadoras para ella: la trágica muerte de su hermana pequeña, Nancy, de 37 años; y el cáncer de pulmón que se le diagnosticó a su anciana madre, Betty Lou (79).
La muerte de Nancy, que se quitó la vida con una sobredosis de medicamentos, fue un mazazo para toda la familia, pero en especial para Julia Roberts. Porque a la dolorosa desaparición de su hermana menor, tuvo que soportar unas durísimas acusaciones por parte del que iba a ser su cuñado –Nancy iba a casarse el 16 de mayo con John Dilbeck–. Dilbeck acusó a Julia de haber tratado a su hermana “con crueldad”, motivo por el cual Nancy se suicidó. Dilbeck no habría tenido en cuenta los muchos esfuerzos que Julia hizo para tratar de ayudar a Nancy, como cuando quiso pagarle una clínica para curarla de sus depresiones y de problemas relacionados con las drogas.
GTRES
La muerte de su hermana
Por primera vez, Julia Roberts ha abierto su corazón y ha hablado públicamente de esta tragedia. “Se me rompe el corazón. No hay palabras para explicar todo lo que hemos sufrido en estos últimos días. Algunos días se hacen interminables, pero hay que seguir mirando hacia adelante”, declara Julia en una entrevista publicada por el dominical de The Wall Street Journal.
“Uno no quiere que le pase nada malo a nadie, pero como pasan tantas cosas trágicas, dolorosas e inexplicables en el mundo... Creo que en medio de la desesperación uno tiene que encontrar un camino para salir adelante, juntos; como por ejemplo, la familia”, explica.
Meditación y cánticos
Ha sido precisamente en su familia donde Julia ha encontrado refugio y paz, tras el colapso emocional que le supuso la muerte de su hermana y la gravísima enfermedad de su madre. Durante semanas, hemos visto a Julia Roberts con un aspecto desmejorado, pero, a pesar de todo, era posible verla dibujar una tímida sonrisa en su rostro, sobre todo cuando ha estado acompañada de sus hijos o de su madre, a la que mima en sus últimos años de vida.
Pero no solo su familia ha sido el gran refugio de Julia. La actriz ha encontrado en el misticismo el camino para lograr su paz interior y sentirse reconfortada ante tanto dolor. “La meditación ha sido el camino para superar la tragedia, así como los cánticos, que pueden ser muy alegres y relajantes. Los comparto con mis hijos”, ha dicho.
Julia y su familia viven en una relativamente modesta casa en Malibú, a la que se mudaron en 2007, la misma ciudad playera donde vive Elsa Pataky, que comparte su misma filosofía de vida.
Tras haber vivido una infancia y adolescencia dramáticas –su padrastro abusaba de ella y de sus hermanos– y no haber podido digerir el éxito y la fama que le proporcionó Pretty Woman, Julia Roberts asentó su vida cuando conoció a Danny Moder, un operador de cámara con el que coincidió en The Mexican y del que se enamoró “como una colegiala”.
“Me hago mayor”
Junto a Moder, Julia ha creado una familia lejos del glamour de Hollywood, con la que comparte una sencilla manera de vivir, así como un fuerte compromiso con la ecología y el medio ambiente. Su alimentación es totalmente ecológica: solo consume verduras que hayan sido cultivadas sin pesticidas y no bebe agua que esté embotellada en plástico, ya que este material no es biodegradable.
Por supuesto, todos estos hábitos son extensivos a su marido y a sus tres hijos, quienes han crecido con comida ecológica desde bebés. No usa desodorante ni productos de cuidado personal que contengan aluminio, ya que es tóxico con el planeta; decisión que tomó mucho antes de que su compañera Cameron Díaz anunciara lo mismo a los cuatro vientos.
Instagram @juliaroberts
Julia también hace punto y zurce la ropa de sus hijos, reciclando y aprovechando las prendas al máximo. De hecho, en su casa de Malibú tiene máquina de coser en una habitación que es solo para ella en el segundo piso.
Ganadora de un Oscar en 2000 por Erin Brockovich, fue durante un tiempo la actriz más cotizada de Hollywood, pues cobraba 20 millones de dólares por película. Ahora, sin embargo, no quiere ser considerada una estrella, ni siquiera una ‘celebrity’: “No sé si me habré hecho mayor o me habré quedado atrás, pero no me considero nada de eso. Humildad y sencillez: “Somos como cualquier otra familia de mi calle. En eso, somos afortunados”, dice la actriz.