Cristina Pedroche es transparente. Clara como el agua que bebe entre carrera y carrera. No tiene reparos en admitir a quién ha dado su voto, las técnicas más bajunas que han utilizado para seducirla o que ella, más que como una ballena, se ve como una foca. “La ballena es muy graaande y yo soy pequeñita. Gorda, pero pequeñita”. Le saca puntada a todo, hasta a su ridícula polémica en las redes sociales en la que cientos de tuiteros se dedicaron a insultarla y a llamarla ‘la ballena de Vallecas’ (¿estamos locos?). Pero lo de aquel día no se trató de un incidente aislado, dice que así es su vida diaria cada vez que entra en Twitter. “A veces Twitter me asusta. 'Guarra', 'zorra', 'foca', 'gorda', 'ballena'... Eso es un continuo en mi timeline. Y me da mucha pena esa gente”, cuenta en una entrevista a El Mundo.

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Ella, que ha hecho muchas veces el papel de tonta en la tele, es más larga que un día sin pan. Sabe la tira, y así lo reconoce, “soy una tonta muy lista”. Y no nos extraña porque es un fenómeno de la televisión que llega a las redes sociales y consigue convertir en noticia cada cosa que hace, dice, o viste. Como el famoso modelito de las uvas… “Yo quiero pedir perdón a toda esa gente que se ha sentido dañada porque yo haya sido libre al elegir un vestido. Solo espero que si algún día ellos van a un cumpleaños con un vestido que a mí no me gusta me pidan perdón”.

Votante de izquierdas, Cristina, que parece tenerlo todo tan claro, hay veces en las que se pierde. Se pierde cuando su marido, el chef ‘Dabiz’ Muñoz le cuenta cosas de su profesión. “Acompañar a un genio es complicado y a veces exhausto. A veces acabo estresada. Quiero estar a su altura y pillar todo lo que dice y a veces no llego”. No te agobies, Pedroche, seguro que cuando tú te pones a disertar sobre la obra de Lars Von Trier, él se queda con cara de interrogación. Cada uno es intenso en lo suyo, y parece que la reportera y presentadora, tiene debilidad por el cine de autor, y hasta se imagina de cineasta un día. “Dirigir me encanta”.

No le gustan los dirigentes, ni se considera nacionalista y le entra urticaria cuando se habla de realeza, “ya tenemos muchos ladrones a los que votamos, no tengamos ladrones a los que no hemos votado”. Confiesa que de niña robó algún que otro balón, y mandaría besos a todos sus ‘haters’ en las redes sociales. Además, parece que ha dado con la solución para que no haya tanto odio en Twitter: hacerlo de pago. “Si cada vez que pusieras un tuit te costara cinco céntimos, todos esos 'gorda', 'tonta', 'puta' que recibo, seguro que no los recibiría”.

Así es Cristina Pedroche, la tonta más lista con la que jamás nos hemos encontrado.

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