Fue, sin duda, la gran ausente de la vuelta de Operación triunfo. Por la nueva Academia pasaron Rosa, Bustamante y Bisbal, pero ni rastro de Chenoa. Rápidamente, tanto los fans como la organización del programa señalaron al contrato de la cantante con Atresmedia como origen de la incompatibilidad pero ahora ha sido la propia Chenoa la que ha querido dar su versión. Y, ¡oh, conflicto!, se ha desmarcado de la excusa oficial...

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Todo ha ocurrido en la última rueda de prensa de Tu cara me suena con motivo de la recta final del programa. Chenoa atendía a los medios a los muchos medios congregados, entre los que se encontraba Lecturas, y, como no, OT se colaba entre lo más preguntado. Imposible no preguntar a la cantante por su opinión sobre la vuelta del formato, la participación de Amaia y Alfred en Eurovisión o, claro, su destacada ausencia en la Academia.

Desde el primer momento, nadie cuestionó la negativa de Chenoa a dejarse ver en OT debido al compromiso laboral que tiene con Atresmedia -además de jurado en Tu cara me suena, también es colaboradora en Zapeando-. Pero, al parecer, nada de esto ha sido real. La cantante no declinó su visita a la Academia por un exclusividad contractual sino porque no tuvo tiempo para ir. “Tengo una agenda muy apretada”, explicaba en rueda de prensa.

“No solo hago un programa”, se justificaba la cantante. “He sacado un libro, he doblado a un personaje en una película, estoy preparando un nuevo disco, participo en Zapeando y Tu cara me suena y pongo lavadoras”. Entre bromas, Chenoa aseguraba que “no tenía nada que ver con el contrato, es que no tenía tiempo”. El revuelo era poco, pues la propia Noemí Galera afirmó que todo dependía del contrato. “Posiblemente, ella lo sepa mejor”, matizaba.

Sin duda, Chenoa se encuentra en uno de sus momentos laborales con mayor proyección. No para y tiene que aprovechar el tirón, que el mundo del espectáculo es muy incierto. Ahora, muchos fuimos los que la echamos de menos en OT. ¿Tanto hubiese costado sacar un ratito para visitar a los chicos? Si era cuestión de contratos, todo es comprensible, pero si lo suyo era el tiempo... ¡Una mañana tonta la tiene cualquiera!