La infanta Sofía (18 años) lleva varios meses siendo la gran protagonista. Aunque la formación de la princesa Leonor (19 años) ha acaparado titulares e interés, la hija pequeña de los reyes Felipe y Letizia se ha convertido en una de las figuras más mediáticas de los últimos tiempos. Los motivos son muchos y variados. La joven cumplió la mayoría de edad el pasado 29 de abril, una fecha señalada en la que sus padres quisieron felicitarla compartiendo imágenes inéditas de la joven. Además, el rey le hizo entrega de una importante condecoración.
Eso sí, nada en comparación con el gran despliegue que llevaron a cabo el pasado fin de semana con motivo de la graduación de Sofía. Pudimos ver las fotos previas, el instante en que la infanta recibía el diploma, la videollamada con Leonor y el vídeo sorpresa que la princesa tenía preparado para su hermana. Después de una íntima celebración y de despedirse de sus compañeros, la nieta de la reina Sofía tiene por delante todo su futuro.
Como salió a la luz hace algunos meses, la joven no seguirá los pasos de su hermana por primera vez y realizará formación universitaria. Aunque no ha trascendido la carrera que cursará, queda claro que Sofía quiere desmarcarse del camino de formación militar que Leonor lleva atravesando estos años.
Al mismo tiempo, su compromiso con la Corona seguirá adelante. Sofía es muy consciente que, al margen de que senda laboral tome, su papel es esencial dentro de la monarquía. En especial como apoyo a su hermana Leonor, que representa el futuro y estabilidad de la institución.
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Princesa e infanta trabajaran mano a mano para mantener el legado de sus antepasados. Un título con el que Sofía mantendrá un compromiso total. Pero, ¿De dónde viene ese nombramiento como 'infanta'? Sabemos que en España solo el heredero o heredera reciben el título de princesa y el resto son infantes o infantas. Algo que no sucede en las otras familias reales europeas. ¿Por qué? ¿Qué diferencia tiene nuestra Casa Real respecto al resto de Coronas?
Origen de 'infanta'
La revista Lecturas ha hablado con María José Gómez Verdú, experta en protocolo, sobre el por qué de esta diferencia en cuánto a títulos. La profesional ha empezado por la etimología del concepto: "La palabra 'infante' proviene del latín 'infans', que significa literalmente 'el que no habla' (in- = negación, fari = hablar), y originalmente se refería a los niños pequeños", ha comenzado a explicar.
Con el paso del tiempo, "en los reinos hispánicos medievales, el término se elevó para designar a los hijos del rey que no eran herederos directos, distinguiéndolos así del príncipe o princesa titular", ha explicado. Una diferencia que ha llegado hasta nuestros días. "Su uso refleja una tradición cortesana en la que el linaje se honra, pero sin atribuir funciones de poder. En la actualidad, conserva esa carga simbólica de pertenencia real sin implicar sucesión ni soberanía", ha expresado Verdú.
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De esta manera, desde el mismísimo título se indica qué clase de función llevarán a cabo los hermanos del heredero: total apoyo y devoción al rey o reina, pero sin las responsabilidades que recaen sobre sus hombros. Una forma de destacar su importancia dentro de la Corona, pero sin atribuirle ningún tipo de peso dinástico.
La diferencia entre princesa e infanta
Pero, ¿Por qué decidir seguir adelante con esta distinción entre infanta y princesa? "La diferencia de tratamiento respecto a otras casas reales europeas, donde los hijos del monarca suelen recibir el título de príncipe o princesa por norma general, no es fruto del azar, sino de una elección institucional con profundas raíces en la tradición española y consecuencias en el terreno del protocolo", ha asegurado la experta.
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Como ya ha señalado, "en el caso de la Casa Real Española, el título de 'príncipe' o 'princesa' está reservado exclusivamente al heredero o heredera directa al trono". De ahí que Leonor sea princesa de Asturias, "título histórico ligado al sucesor de la Corona" y Sofía infanta, "que es el tratamiento honorífico destinado a los hijos del rey que no están en la línea directa de sucesión".
La diferencia entre ambos está especificada en "el Real Decreto 1368/1987 que regula los títulos y tratamientos de la familia real española". Eso sí, "esto no significa que tenga menos estatus dentro de la familia real". La infanta Sofía es un miembro clave de la Casa Real española, pero su título "sí marca una diferenciación jerárquica clara y, sobre todo, simbólica".
También tiene repercusión en el protocolo. "Los infantes e infantas no poseen escudo propio, no tienen título territorial asociado y su representación institucional es mucho más limitada", ha enumerado Gómez Verdú antes de seguir. "Tampoco están obligados, por norma, a desempeñar funciones oficiales permanentes, lo que les otorga una mayor libertad de elección personal y profesional. Además, "define el lugar que ocupan en los actos oficiales, el trato honorífico que reciben y los derechos (o deberes) que les corresponden dentro del organigrama institucional", expresa la profesional.
Las otras Casas Reales
Si tan importante es esta diferenciación, ¿Por qué no la siguen otras Coronas europeas como la británica o la neerlandesa? "Vemos un enfoque más expansivo en el uso de títulos. En el Reino Unido, por ejemplo, el título de príncipe o princesa se concede a todos los nietos del monarca por línea masculina, según la patente real de 1917 (aunque ha sido modificada en 2012 para incluir también a las hijas del primogénito)", ha señalado la experta en protocolo.
"En los Países Bajos, Bélgica o Dinamarca, los hijos del soberano son también príncipes o princesas sin que esto conlleve una función ejecutiva necesariamente", ha continuado. Una opción más sencilla a la que la Casa Real española no ha querido sumarse. "Ha optado desde hace siglos por un modelo más sobrio, austero y funcional, en parte para contener el número de miembros activos de la familia real y reducir los costes y las críticas asociadas al gasto público", ha explicado.
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Además, esta diferencia de título "permite, además, delimitar mejor quién forma parte de la Familia Real (los que tienen funciones institucionales) y quién pertenece simplemente a la familia del Rey (sin obligaciones oficiales)", ha afirmado María José. De esta manera, el hecho de que Elena, Cristina o Sofía reciban el título de 'infanta' "no es una cuestión menor".
Se trata "de una fórmula con la que se preserva una línea dinástica clara y se evita el uso excesivo del título de príncipe o princesa, que en otros contextos puede diluir su peso simbólico", manifiesta Verdú. Por lo tanto, "ser Infanta y no Princesa es una cuestión de jerarquía, tradición jurídica y voluntad de preservar una estructura dinástica sobria, en consonancia con la historia constitucional española y con una clara repercusión en el protocolo", ha asegurado.
Aunque esta distinción nos pueda parecer "meramente nominal", no lo es. "En la corte, como en el lenguaje simbólico de las monarquías, los matices lo son todo", ha zanjado la experta. Así, usar el término 'infanta' es una forma de transmitir un mensaje sobre el papel de esa persona en la Casa Real. Una forma de delimitar sus funciones y, a la vez, honrar su pertenencia a una institución con siglos de historia.