Estrés, agotamiento físico y mental e incluso culpa. Son solo algunos de los síntomas más comunes que aparecen con el desorden de nuestros espacios y esto no es todo. Los expertos advierten. La desorganización derivada de la falta de tiempo es realmente perjudicial para nuestra salud. Cristina Muñoz, consejera de orden y experta en limpieza, asegura que daña nuestro bienestar de cinco formas diferentes.
El desorden de nuestros espacios puede provocar estrés e inquietud
“El desorden en nuestras cosas y la disposición del espacio de nuestro hogar, nos causa muchos más problemas de lo que imaginamos”, asegura la experta en su blog ‘Orden y espacios’. Algo tan sencillo como acumular ropa en una silla, dejar los zapatos tirados por el suelo o libros en el sofá tiene un impacto negativo sobre nuestra salud. Por el contrario, “aligerar nuestra casa de objetos innecesarios hace que todo fluya mejor y de manera más positiva”. Eso sí, ser desordenados no siempre es sinónimo de ser vagos. La experta también ha vinculado este elemento con otra característica clave.
“La acumulación puede estar relacionada con recuerdos que no queremos borrar o con cosas que no queremos ver de nosotras mismas. Si están en un desván puede simbolizar un exceso de información y caos mental. Si la acumulación la encontramos en el armario, pueden ser etapas que no queremos cerrar o momentos que queremos volver a revivir”, cuenta Cristina. Sea cual sea el motivo, el desorden provoca estrés.
El agotamiento mental y físico es el segundo síntoma que destaca la experta. “Vivir en un hogar desordenado acaba por afectarnos emocional y psicológicamente. La desorganización nos roba energía. Sin embargo, muchas veces, no somos capaces de darnos cuenta de que esto es así. "El desorden conlleva cansancio y hace que estemos inquietas todo el tiempo”, explica. Por este importante motivo, lo más recomendable es “mantener el hogar limpio y ordenado para sentirnos bien”.
La falta de orden “nos retrasa” y dificulta el desarrollo de tareas clave
“Cuanto más ordenado esté nuestro hogar, más fácil será encontrar lo que buscamos. Cuanto más desordenado esté nuestro hogar, más tiempo tardaremos en encontrar lo que buscamos. La inversión de tiempo y de energía que hacemos cuando nuestro hogar no está bien organizado es considerable. Este desperdicio de minutos, de horas perdidas, debería ser nuestra principal motivación para tener bajo control nuestra casa”, subraya Cristina.
De hecho, este mismo elemento es el que provoca en ella esa necesidad de mantener sus espacios ordenados y limpios. Conseguir lo que buscamos con rapidez no tiene precio. “Cuando todo está en su sitio, las cosas están ordenadas con un criterio concreto y hay establecidas unas sencillas costumbres de mantenimiento, todo se vuelve más sencillo y rápido de hacer en casa, dejando de desperdiciar nuestra energía”, esclarece.
El desorden provoca mucho más que cansancio. También “nos hace sentir culpables” y esto es realmente peligroso para nuestra salud mental. “Esa sensación de no tener nuestro espacio físico controlado nos puede pasar una factura emocional considerable. La culpabilidad de no ser capaces de tener nuestro hogar tan ordenado como quisiéramos nos genera un sentimiento de preocupación continúa”, explica.
En esta misma línea, “nos retrasa” y dificulta el desarrollo de tareas clave. “Nos hace postergar las cosas que tenemos que hacer y cuando no hay un orden adecuado, hacer las tareas resulta más pesado. La procrastinación o postergar para mañana también aparecen cuando hay tareas que se nos hacen cuesta arriba”, añade. Es una especie de mecanismo emocional que utilizamos, aunque la experta ha destacado que “no es ni de vagos ni de flojos”.
"Podría resultar que hay sentimientos más profundos relacionados con la tarea que nos hace sentir ansiedad o inquietud. Por eso hay que analizar por qué evitamos o retrasamos hacer ciertas tareas”, reflexiona. Detenernos por un minuto a evaluar en qué punto nos encontramos es el primer paso. A partir de aquí, tomar cartas en el asunto nos resultará mucho más sencillo “para acercarnos a un hogar que nos trasmita paz”.