El día que la reina Sofía recibió, en exclusiva, a la revista Lecturas tras el nacimiento de Cristina: "Pasé un minuto con los ojos cerrados, temiendo leer la decepción en el rostro de mi marido"

En 1965, los entonces príncipes de Asturias, Juan Carlos y Sofía, recibieron a Lecturas en la Zarzuela tras ser padres por segunda vez. Sofía, en primera persona, nos contó cómo encajó que fuera niña y no niño: “Temía leer la decepción en el rostro de mi marido”

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Archivo Lecturas

Los príncipes Juan Carlos y Sofía han sido papás de nuevo. Tras estrenarse en 1963 con la princesita Elena, ahora le han dado una hermana, de nombre Cristina. Exultante ante la llegada del bebé, la familia ha recibido a Lecturas en exclusiva en su residencia de la Zarzuela. Allí, entre biberón y biberón, la princesa Sofía ha rememorado para nosotros sus sentimientos al ser mamá por segunda vez.

“Me sentía triste, feliz y conmovida al mismo tiempo”

“Tenía junto a mí a dos hombres con el rostro cubierto por una mascarilla”, relata Sofía. “Yo no veía más que sus ojos y mi mano oprimía convulsivamente la de mi madre. Me durmieron y todo se ensombreció: perdí la consciencia durante algunos instantes.

Cuando me desperté, vi cerca el rostro radiante de mi madre y recuerdo que mis primeras palabras fueron: ‘¿Cómo está el pequeño?’. Estaba segura de haber tenido un niño... La reina Federica, que acababa de ser abuela por segunda vez, me repuso simplemente: ‘Es un soberbio bebé de tres kilos de peso. Te felicito, querida’.

Me volví hacia Juanito. Él me tomó la mano, tiernamente. Muy emocionado, me besó en la frente y luego murmuró con dulzura: ‘Ya tenemos una segunda hija’. No pude contener las lágrimas. Me sentía triste, feliz y conmovida al mismo tiempo. Pasé un minuto, dos, acaso más, con los ojos cerrados, temiendo leer la decepción en el rostro de mi marido... Lo sentí acercarse para besarme nuevamente y susurró: ‘Dios ha querido que sea niña, estoy seguro de que la próxima vez será un muchacho”.

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Archivo Lecturas

Sofía lo llama ‘Juanito’ y el príncipe le dice ‘querida’

A la princesa Sofía le gusta España más que Grecia. “He encontrado aquí el temperamento fogoso de los griegos”, dice, riendo, cuando habla de su nueva patria. Su casa, su hogar, su universo está ahora en el Palacio de la Zarzuela, rodeado de jardines a la francesa, pista de tenis, piscina con azulejos y un bosquecillo de pinos a cuya sombra se encuentra un poco de frescor. Mientras ella habla de sus recuerdos, el príncipe juega con los perros de la casa, Pepper y Moro.

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Entre ellos, Juan Carlos y Sofía hablan en español y algunas veces en inglés. Sofía llama a su marido ‘Juanito’, y, cuando están a solas, él la llama a ella ‘querida’. Hoy el príncipe viste de traje, pero Sofía dice preferirlo de uniforme. “Es muy alto y el uniforme le sienta de maravilla”. Ahora, Sofía ya se ha sobrepuesto al disgusto de no haber alumbrado aún un heredero. La pareja quiere más niños. “Me siento feliz de tener una segunda hija, esperamos tener tres o cuatro hijos. Si esta vez hubiera tenido un niño, después de haberlo deseado tanto, seguramente habría sentido hacia él una inclinación excesiva”, nos confiesa.

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Sofía elige el menú de palacio dos veces por semana

Para la mayor de las dos princesitas, su hermana no es más que una muñeca, un juguete precioso. Según cuenta Sofía: “Al día siguiente del nacimiento de Cristina, Elena, que veía a su hermana por primera vez, después de mirarla unos instantes corrió junto a mí preguntando: ‘Pero, mamá, ¿por qué has comprado una hermana pequeña, tan pequeñita?”. Con frecuencia, la princesa ofrece su ayuda a la ‘nurse’ que cuida de su hija menor. “La nena tiene demasiado calor”, dice a veces, o bien: “Cristina tiene apetito”.

 

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Sofía se involucra entre pañales y entre fogones. Dos veces por semana se encarga ella del menú. “Es para que mi marido conozca los secretos de la cocina griega”, nos dice en tono confidencial.

Los celos de Elenita

Después de la comida, Sofía coge a Cristina en brazos, la besa y la acaricia, ansiosa por conseguir la primera sonrisa de la pequeña. Elena, sin duda un poco celosa, aprovecha la ocasión para precipitarse a las rodillas de su padre. “Mamá, con Cristina”, reflexiona la pequeña, “tú, conmigo”. Don Juan Carlos no sabe nunca resistirse a los deseos de su hija, la coge en brazos y la levanta en vilo, a gran altura. La infantita se asusta, pero prorrumpe enseguida en risas. “¡Al suelo, al suelo!”. Indudablemente, tras la llegada de Cristina son una familia feliz.