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Admirada Antonia, ¡cuánto te conocemos los periodistas añejos! ¿Te acuerdas de cuando me quisiste arrojar por encima una botella de Viña Salceda después de grabar 'La máquina de la verdad' en la que vertías duras acusaciones contra Ana Obregón? Es una anécdota que he utilizado mucho cuando voy a esas bodas en las que no sabes de qué hablar. ¡Ah, y las inolvidables esmeraldas de tus ojos! Ahora dices que te vas a casar.
Sí, pero...
¿Por qué será que nadie nos lo creemos, querida amiga? Cuentas que te casarás por la iglesia con un empresario italiano que está loco por ti ¡pero si hace dos días estabas enferma y te dábamos por desahuciada! ¡Y hace un poco más, confesabas que te ibas a vivir a tu pueblo, y que te harías monja y… y… y…! ¡Antonia, Antoñita la Fantástica! Pero ¿esa no era la otra? ¡El mundo al revés y yo sin poder hacerme el tinte!