Encarna Sánchez murió matando

6 de octubre de 2019, 14:20

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Yo vi llorar a Concha García Campoy por culpa de Encarna Sánchez. La llamó ‘las cuatro letras’, como a Rosa Villacastín, como a Yagüe, como a Rigalt. ¡Estaba obsesionada con el gremio periodístico!

De Miguel Bosé dijo que tenía “la enfermedad de moda”, Rocío Jurado “parecía un travestí”, la Preysler “boba y aburrida”, Umbral “repugnante”. A Paquita Rico la echó durante un año porque no quiso decir que Carmen Ordoñez… Era mala y envidiosa, pero vuelve a estar de moda y se preparan documentales y hasta biopics. No la conocí personalmente, pero trabajábamos en la misma cadena. Yo, en Barcelona, y Encarna, en Madrid, y sé mucho de ella.

Por ejemplo, que, en sus últimos tiempos, sus obsesiones particulares la habían convertido en un elemento tóxico. Los anunciantes huían como conejos asustados de su programa y se tuvo que pagar de su bolsillo una campaña de vallas publicitarias en las carreteras. Nueve millones de pesetas. Un día, el mandamás de radio Miramar, el visionario José María Ballvé, nos reunió en su despacho de la calle Ganduxer a varios colaboradores, entre otros Jordi González –¿te acuerdas, amigo?–, Odette Pinto, y más muy conocidos.

Arreciaban los rumores sobre sus relaciones lésbicas, y el bueno de Ballvé nos pidió: “Rebajad el tono, defendedla, ¡está muy enferma, tengamos compasión!”. Asentimos, cuando una artista catalana, muy famosa, levantó la voz: “Pues yo no estoy de acuerdo. Una persona que ha empleado la palabra ‘maricón’ o ‘tortillera’ como insulto, no merece que le concedamos un respeto que ha negado a los homosexuales”. Al día siguiente, alguien le chivaría a Encarna, porque en su programa dijo, en ese tono truculento que tanto miedo producía: “Señora, sí, usted, ¡usted es un pedazo de imbécil y una mediocre, y se va a tener que ir de España!”. Esto se llama morir matando.

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