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Me invita Jaime Cantizano a su ‘Atrévete’ en Cadena Dial. Bien tempranito, a las nueve, ya estoy en la emisora. Él llega a las seis de la mañana, o sea que no me quejo. Jaime está triunfando en la radio: un millón trescientos mil oyentes le siguen todos los días. Una barbaridad. Hacía diez años que no nos veíamos. Diez, que se dice pronto. Recordamos aventuras pasadas e inexistentes rivalidades. Sí, supongo que durante algún tiempo nos quisieron enfrentar, pero la cosa no cuajó. Ni él ni yo estábamos por la labor. Tenemos buena relación desde que él llegó a ‘Sabor a ti’. Me alegro de su éxito. Le veo relajado, feliz, tan cariñoso como siempre. Me pregunta por el teatro y le cuento que estoy viviendo emociones ya olvidadas. Y anécdotas preciosas: el reencuentro con mi amiga Machús, que después de ver la función vino a verme al camerino y me abrazó emocionada. O la de aquella señora que me esperó a la salida y me contó que su novio la acababa de dejar “entre otras cosas porque yo veía ‘Sálvame’". Aproveché para felicitarle. Puede que en aquel momento la señora, inmersa en el dolor, no lo entendiera, pero haberse quitado de encima un señor que juzga sus gustos televisivos es como para celebrarlo. Y es que, como decía la señora, “también hay que tener un momento del día para dejar la mente plana”. Pues claro que sí. Y yo encantado de que la gente nos vea para liberarse de presiones y malos rollos.