"Que Pantoja es buena artista es indudable. Pero que podría haber sido mejor también es una verdad como un templo"

Decir que la señora Pantoja no ha triunfado en Chile es una estupidez. Las crónicas aseguran que el público se volvió loco con ella y no hay más que ver las imágenes para darnos cuenta de que armó la mundial en Viña del Mar. Pero también después de ver esas imágenes me quedo pensando que a veces el éxito te mantiene en el mismo lugar y te impide mejorar. ¿Quién le va a toser a la señora Pantoja después de que quince mil almas se rindieran a sus pies? Nadie, eso es lo malo. Cualquier atisbo de crítica queda sepultada ante los aplausos.

Después de ver lo de Chile llego al convencimiento de que la señora Pantoja dirige su vida profesional ella misma y no atiende a razones. Porque si se dejara guiar dejaría de hablar en el escenario como lo hace, con esas maneras tan afectadas, tan antiguas, tan propias de una señora que posee tan alta estima de sí misma que se recrea escuchándose hasta la saciedad. Habla lento, saboreando unas palabras que luego serán absorbidas para su propio deleite. Isabel comiéndose a sí misma. Isabel emborrachándose de Pantoja. Y eso ante un público comprensivo que en vez de descojonarse vitorea unos discursos antiguos repletos de tópicos trasnochados, medidos silencios y sentidos hipidos que por mucho que lo intente nunca llegan a trocarse en llantos. Que Pantoja es buena artista es indudable. Pero que podría haber sido mejor también es una verdad como un templo.