Aprovechando que el lunes tengo que dar una rueda de prensa en Tenerife con motivo de la presentación de ‘Miguel de Molina al desnudo’ en varias islas P. y yo nos cogemos el sábado un avión para disfrutar de un fin de semana de sol. Me encanta Canarias. La primera vez que subí en avión fue precisamente para ir a Tenerife, a Puerto de la Cruz, con mis padres. Tenía dieciocho años. Luego he vuelto a las islas muchísimas veces. Disfruto con el clima, por supuesto, pero además es que los canarios me parecen muy especiales. Son atentos, cariñosos, amables.

 

El domingo por la mañana hablo con la Rigalt para ponernos al día de ‘GHVIP’. Se muere de envidia cuando le cuento que estoy tomando el sol y que hace tan bueno que incluso puedo bañarme en la piscina. A los cinco minutos pronuncia el nombre de su nieta –Jordana– con un tono de voz que jamás le había escuchado en los veinte años que la conozco. Puro algodón de azúcar. “Te dejo que ha llegado Jordana y me voy a almorzar fuera con ella”. Me da la impresión de que la Rigalt ha encontrado a los sesenta su verdadera vocación: ser abuela.