Me voy o no me voy. A mediados de semana un confidencial me dedica un artículo en el que se baraja la posibilidad de que deje la televisión. Señalan como motivo mi fracaso con ‘Cámbiame Premium’ y que no se vuelva a hacer ‘Got Talent’. Me hace gracia que me recuerden cada dos por tres mi descalabro con el primero porque eso sucedió hace año y medio y no duró más que tres programas. Quizás piensen que me levanto todos los días preguntándome por qué no funcionó cuando en realidad me cuesta recordar que lo presenté. En cuanto a ‘Got Talent’ fue tan mal que justo hoy finalizamos las grabaciones de la segunda temporada. Es lo que tiene Mediaset: que prorroga programas que han ido como el culo. Pero en realidad el artículo no va de eso sino de mi presunto patrimonio. Utilizan la percha de la pasta para hablar de mi posible retirada. Le digo a Risto Mejide que uno no es una gran estrella hasta que no empiezan a aparecer artículos sobre las mansiones que posee y él está de acuerdo. Así que debo considerarme una gran estrella aunque todavía estoy por descubrir dónde están los dos locales que dicen que tengo en Badalona. A ver si mi madre regenta dos tiendas y me lo está ocultando.

La mecha prendió el miércoles y luego ya se sumaron otros confidenciales. Sin encomendarse ni a Dios ni a la Patria fueron varios los que no ya especulaban con que me iba sino que hasta hubo uno que afirmaba que me largaba porque no podía soportar la pérdida de mi mejor amigo, mi perro Cartago. Es lo que hay. Alguien escribe algo, los demás se hacen eco y nadie llama al afectado para contrastar la noticia. Es una idiotez cabrearse pero desde luego decepciona un poco que sólo nos preocupemos por captar la atención del lector utilizando titulares llamativos que poco tienen que ver con lo que luego se cuenta.

El viernes me impacta leer una frase de Ana Morgade en un artículo de El País porque expresa justo lo que pensaba días atrás: “Me cuestiono si no es perverso seguir trabajando fingiendo que preguntas cuando en el fondo la respuesta te ha dejado de importar”. Y añado yo: lo malo es que no les interesen tus respuestas. Lo peor es que han dejado de llamar para contrastar por temor a que les eches por tierra un artículo que ya tenían listo para ser entregado y cobrado a un precio miserable. En cualquier caso, que por ahora no me quiero ir. Que mi contrato se cumple en julio de 2017 –tampoco acertaron en eso, hablaban de 2018– y que yo estaría encantado de seguir trabajando en Mediaset. Ahora toca saber si ellos querrán seguir contando conmigo porque desde que me he cargado ‘Gran Hermano’ tampoco lo tengo tan claro.

Hablando de ‘GH17’: hacía tiempo que no sufría taquicardias en un plató de televisión. El duelo entre Adara y Clara se decidió a favor de la primera por solo tres llamadas. Es decir, que media España lo celebró y la otra media se fue cabreada a la cama. Presentar un formato tan potente como ‘GH’ también implica darte cuenta de que como jamás llueve al gusto de todos –y en el caso de Adara y Clara, menos– siempre vas a acabar haciendo enfadar a millones de personas. El jueves afloró de nuevo el recurrente tema de las dos Españas. La pérdida de cualquiera de ellas era malo para el concurso porque las dos han contribuido a darle lustre a la edición. Fuera de la casa Clara me pareció simpatiquísima, muy cariñosa y demasiado vulnerable. Dejó caer que tiene una triste historia detrás. Intuyo algo, desconozco si algún día querrá compartirla con la audiencia. En cualquier caso, me gustó conocerla. Ahora solo falta que se relaje y aprenda a no exigir tanto a los que la rodean.