"Hay quien dice que Rosa me tiene pilladas las vueltas y me las mete dobladas"

11 de marzo de 2016, 15:16

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Vuelve de nuevo al Deluxe y lo que en un principio parecía que iba a ser una entrevista más se convirtió en una comparecencia que, personalmente, me enterneció. Hay quien dice que Rosa me tiene pilladas las vueltas y me las mete dobladas. Puede ser. Reconozco que me cae bien. Me hacen gracia sus modos de teatrera de cartón piedra, sus manidas frases hechas, sus estilismos retro. En fin, toda ella. Como toda aspirante a folklórica de tronío también tiene su Cara B pero es mucho menos relevante de lo que la gente cree. Posee una maldad de guardarropía, no de taimada Secretaria de Estado. Rosa esconde su timidez y esa inseguridad propia de las personas poco cultivadas tras una prepotencia de baratija. Los que la tildan de orgullosa se equivocan. Es miedo. Miedo a que descubran que ella no tiene méritos para seguir manteniendo ese status de estrella que muchos le han endilgado. Era la gran esperanza de esta edición de Gran Hermano VIP y sus andanzas en la casa han pasado sin pena ni gloria, quizás porque a la audiencia no le motiva ver a una hacendosa ama de casa luchando por tener las diversas estancias del lugar más limpias que los chorros del oro. Rosa es más de lo que ella se piensa –detecto que tiene la autoestima hecha añicos– y menos de lo que la gente se cree. La televisión –que, como bien dice Jordi González, no fotografía sino que radiografía- ha mostrado de manera descarnada los numerosos puntos negros de la personalidad de la cuñada de Rocío Jurado. Ahora falta saber si los seguidores de los programas de entretenimiento desean seguir abasteciéndose del producto que les hemos mostrado. Creo sinceramente que sí. Pero también pienso que en menos dosis de lo que a ella le gustaría.

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