Jorge Javier Vázquez

Jorge Javier Vázquez

Jorge Javier Vázquez

Después de mis palabras a la Pantoja me siento libre

Quedan unos días de marejada. Esta mañana, en una foto que cuelgo en Instagram y que nada tiene que ver con el asunto, me encuentro con varios comentarios acerca de mi actuación con Isabel Pantoja. Algunos negativos, nada nuevo bajo el sol. Elemento curioso: rezuman odio y resentimiento, amén de estar cargados de insultos. Luego les pedimos a nuestros políticos cosas que nos cuesta cumplir, como por ejemplo debatir con argumentos. Así que lo que toca en estos momentos es mirar al futuro con una sonrisa y no cargar con malos rollos ajenos.

Pese a haberme metido en la cama pasadas las tres de la madrugada el domingo me despierto temprano. Paso por whatsap para darle los buenos días a O. y a A. y les cuento que después de mis palabras a la Pantoja me siento libre. Dedicándome a lo que me dedico estoy convencido de que nuestros caminos volverán a encontrarse pero ahora ya desde la perspectiva –al menos en mi caso- de la cordialidad, que es un sentimiento más sano que la fascinación para establecer cualquier tipo de relación.

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Acepto que Pantoja produzca efectos hipnóticos sobre el personal –al César lo que es del César- pero cuando la llevas observando tantos años acabas detectando su técnica y el efecto sorpresa dura cada vez menos. Es como cuando le descubres el truco a una cómica legendaria. Sobre las nueve y media de la mañana recibo en Instagram dos mensajes recriminándome la actitud que ayer tuve con la folklórica. Y de verdad entiendo que trabajando en la televisión uno debe aceptar que está expuesto a la crítica. Pero lo que no termina de entrar en mi cabeza es que a esa hora tan temprana las personas se dediquen a repartir consejos a diestro y siniestro en vez de disfrutar de un domingo maravilloso. Desde mi cama veo que hoy también podré tomar el sol y darme un baño en la piscina hasta las dos de la tarde, hora en la que saldré de casa para ir a actuar a Murcia. Bendito teatro que me obliga hoy a trabajar y que me hace olvidar que los domingos matan más hombres que las bombas.

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