María del Monte hace pública a los 60 años su orientación sexual. Algunos dirán que demasiado tarde. Otros, que ya se sabía. El de más allá, que qué necesidad. Respuestas: cada persona lo hace cuando cree conveniente. Aunque se sabía, faltaba la confirmación pública; y en cuanto a la necesidad…, ¡vaya si la hay! Hoy, más que nunca. Bravo por María. A María del Monte la entrevisté en el Parque de Atracciones de Montjuïc, en Barcelona, cuando actuaban en los parques las grandes estrellas del momento. Era la época del ‘Cántame’. Así que la conozco desde que ambos éramos pequeños. Yo, un poco más. Creo que comenzamos a tener un poco más de relación gracias a mi compañero y amigo Sergio Morante. El caso es que, siempre que he hablado con María de tú a tú, lo hemos hecho sin caretas. Quiero decir que yo le hablaba de mis novios, y ella, de sus novias. Y nos hemos contado secretos. Pero ambos entendíamos que las conversaciones que manteníamos en privado no se podían trasladar a lo público. Así que cuando me tocaba entrevistarla hablábamos de los panes y los peces, resolvíamos con más o menos gracia y hasta luego. María tiene el bagaje suficiente para rellenar entrevistas sin entrar en profundidades, aunque también es verdad que cada vez era más complicado, porque su discurso empezaba a sonar caduco. Yo creo que la gente –y ella misma– se estaba dando cuenta de que María se estaba parapetando tras un escudo que impedía que conectáramos con ella. Porque una no se puede sentar en un plató y decir permanentemente que está enamorada de la vida y del amor. No. Para ser creíble y no parecer de cartón piedra una debe tener el valor de decir: “Estoy hecha polvo porque mi novia me ha dejado” o “Estoy feliz porque he conocido a una tía que me ha puesto en pista”. No hay otra, a no ser que quieras pasar por la vida como una cagada de pato. Pero si optas por conectar, hay que romperse y hay que mancharse. Y la recompensa es extraordinaria, porque el público advierte verdad y te adora todavía más.

El silencio roto

María del Monte es una mujer que cae bien a todo el mundo. Simpática, educada, dicharachera, sensible, amante de la familia. Y lesbiana. María ha dejado sin argumentos a todos aquellos que todavía ven con malos ojos la homosexualidad e, incluso, la consideran una enfermedad. Recordemos que en Murcia PP y Vox han votado en contra de que desaparezcan las terapias de conversión. Una auténtica salvajada, y conviene no olvidarlo. El paso adelante de María tiene un valor incontestable: en una sociedad cada vez más pacata, una artista de 60 años se moja y advierte con su ejemplo que con las libertades no se juega, que todo lo conseguido no puede perderse por culpa de unas mentes taradas. María es alegría, amor, diversión, buen rollo. Una mujer que provoca una sonrisa con solo oír su nombre. Ella dice que no quiere convertirse en abanderara de nada y que tampoco va a estar todo el día hablando de lo mismo. La entiendo, como entiendo también que lo que le está pasando ahora tiene nombre: vértigo. Demuestra lucidez cuando declara que no quiere convertirse en abanderada, pero lo quiera o no ya se ha convertido en un referente para todas aquellas mujeres de su generación que han vivido su sexualidad en silencio. Como dijo muy acertadamente Valeria Vegas el viernes en el ‘Deluxe’: “Dos mujeres que bailan juntas en las fiestas del pueblo son amigas, mientras que si lo hacen dos hombres son maricones”. En todas las familias han existido esas tías que acudían a todas las celebraciones con amigas. Todo el mundo sabía que eran novias, pero nadie se atrevía a pronunciar la palabra. Es la generación del silencio. Con su ejemplo, María del Monte contribuye a que ese silencio se rompa y mucha gente tenga menos miedo a manifestar sus sentimientos y a llamar a las cosas por su nombre.

El zapatazo de María

María del Monte no quiere que a partir de ahora se le pregunte por su sexualidad. La entiendo, pero también ella debe entender que ahora se avecina una temporada en la que la pregunta estará en todas las entrevistas. Es normal. Pero también sé que cuando se dé cuenta de todo lo que ha conseguido con su manifestación no solo no le importará hablar del tema, sino que además utilizará su voz para denunciar actuaciones que atenten contra el colectivo. María es una mujer querida, ya lo he escrito. Pero ahora se va a dar cuenta de que va a empezar a recibir un amor más caluroso, más calentito. Yo creo que para la gente joven lo de María no pasa de ser una anécdota, pero para muchas generaciones el paso que ha dado al frente es muy significativo. Por muchas razones y por una en especial: porque, lamentablemente, la sociedad camina hacia atrás en cuestión de libertades, de aceptación de la diversidad. Pretenden imponernos una moral caduca y rancia que aboga por un individuo que solo puede amar según los criterios de la religión católica. Por eso el zapatazo de María ha sido tan demoledor. Porque una señora como ella, amante de las tradiciones, devota de la Semana Santa y con una imagen impoluta se ha puesto un mantón de lunares con la bandera gay y ha dicho: “Soy de los vuestros”. A ver quién tiene narices de cargar contra ella. Como gritaban en Andalucía: “Más del Monte y menos Olona”. Para rematar: el que no lo haya dicho antes no invalida su declaración. Lo que debemos preguntarnos es por qué no lo ha hecho.