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Cuando me dijeron que Amador se sentaba en el Deluxe pensé “Vaya, otra entrevista más”. Pero no, no fue una más sino que resultó ser 'la entrevista'. Animado por toda su familia compareció en el plató para cantarle las cuarenta a Rocío Carrasco, cuya imagen pública se está deteriorando a pasos agigantados. Puede seguir enfrentándose a la realidad a través de un plasma, como Rajoy, pero no parece que sea la opción más conveniente. No después de que Amador lanzara nada más comenzar la entrevista una terrible andanada contra su sobrina: la que afecta a la relación con su madre.
Sostiene Amador que Rocío Carrasco prestaba muy poca atención a la carrera artística de la más grande. Que Rocío Jurado sufría lo indecible cuando minutos antes de iniciar un concierto su hija la llamaba para decirle que no podía ir a verla. “De hecho –confesó Amador- Rocío Carrasco ha ido en contadas ocasiones a una actuación de su madre. Y eso, la Jurado, lo llevaba muy mal”. Pero lo peor no tardó en llegar: según Amador, Rocío Carrasco y Fidel habían empujado a la Jurado a grabar su última gala en TVE aún a sabiendas de que no estaba en plenas facultades físicas. La enfermedad estaba empezando a hacer mella en la cantante y su hermano no vio con buenos ojos que se le contratara dicho especial. Amador también confesó por primera vez que, tras el accidente de Rocío Carrasco, es su propia madre la que pide a Ortega Cano y al mismo Amador que se personen en el apartamento de su hija para coger la caja fuerte y trasladarla a La Moraleja. ¿Qué contenía la caja fuerte? Según me contó en una publicidad, Rocío Jurado tenía miedo de que en ella se guardaran documentos relativos a la separación de Rocío y Antonio David y que un día llegaran a hacerse públicos. El retrato que Amador dibujó de Rocío no distó mucho del que realizó Raquel Mosquera. El de una mujer incapaz de mantener lazos emocionales con ningún miembro de su familia. No sé vosotros, pero yo empiezo a no entender nada.