Lo que está sucediendo en el PSOE tendría su gracia si no fuera por el dolor que provoca en tantos miles de militantes de base y votantes que siguen abochornados las idas y venidas de barones, delegados, cargos varios y decenas de carguillos. Dejé de votarlos en las pasadas elecciones, ya lo conté aquí, y me pasé al PACMA. Acabé harto de interminables luchas internas retransmitidas por televisión y providenciales apariciones de Susana Díaz como salvadora del partido. Me enerva su sonrisa bonachona y su inquietante manejo de la media voz, esa vocecita que utiliza para hacernos creer que nos está haciendo participes de un secreto de estado o revelándonos la receta de la sopa de ajo. El manejo de la crisis en el partido está siendo demencial. Veo a Corcuera en “Más vale tarde” poniendo verde a Pedro Sánchez y escucho a Felipe González cargando también contra él. Y entonces pienso que a veces, en política, los veteranos dan mucho por saco. En vez de repartir hostias públicas a sus compañeros deberían, por respeto a la gente que les vota, dirimir sus diferencias sin tanta escandalera. Dar un paso atrás y cerrar el pico. Dejar que la gente se equivoque. Con el PSOE fuera de juego durante varios años y Podemos dando tumbos como vaca sin cencerro , preparémonos para otros cuatro años de mayoría absoluta del PP si se celebran nuevas elecciones. Los españoles parece que preferimos corrupción conocida a ladrones por conocer. Mientras escribo veo en un informativo el congreso de los diputados y me pregunto si entre todos los españoles no existe gente más preparada para representarnos.