Ángela Molina (69 años): "Cuando te salen canas tienes dos opciones, cubrirlas con tinte de forma frecuente o ir más a favor de la naturaleza y que tengan su propia expresión"

¿Canas sí o canas no? En lo que al cabello se refiere, cuando empieza a aparecer este símbolo de la edad, hay quien corre a teñirlo y hay quien prefiere dejarlo. Entre las que se sienten a gusto luciendo canas, están algunas de nuestras famosas más estilosas. Una de las que más ha hablado de este tema a lo largo de los años, ha sido Ángela Molina (69 años). La actriz luce una larga melena que es toda una seña de identidad en ella. Un cabello que además de por su largura, llama la atención porque las canas están presentes en él, llegando incluso a enmarcar su rostro.

Ángela Molina, uno de esos ejemplos sobre cómo las canas pueden quedar muy bien y no estar reñidas con la elegancia, ha hablado en más de una ocasión sobre el tema. Sin ir más lejos, en una entrevista concedida este mismo año a ‘Harper’s Bazaar’, la madre de Olivia Molina habló del momento en el que decidió dejar de teñirse. Una decisión que tomó de forma progresiva. Tal y como ella misma explicaba, “no recuerdo un momento concreto porque sé que fue poco a poco. Primero, empecé a ver que se estaba blanqueando mi cabello con más canas, y comencé a darme barros naturales que me aportaban unos reflejos más rojizos”. 

Tras darse esos barros naturales, “con el tiempo, este color se fue yendo y fui descubriendo poco a poco el cambio sin que fuera una transición drástica o que no me gustase estéticamente”. De ahí que tal y como ella misma comentó a la citada publicación, lo de verse con sus característicos mechones blancos fuera algo progresivo. “Me vi convertida ya en lo que era y me gustó, me gustó porque la naturaleza hay que irla gozándola como es, una buena maestra”, afirmaba sobre cómo a ella le gusta lucir sus canas.

Antes de estas declaraciones, Ángela Molina ya había hecho alusión a sus canas otras veces. La ganadora de un Premio Goya de Honor, llegó a comentar en su día que “mis canas son algo natural. Cuando te salen tienen dos opciones: cubrirlas con tinte de forma frecuente o ir más a favor de la naturaleza y que tengan su propia expresión”. Eso fue lo que dijo hace cinco años en unas declaraciones que dio a ‘El Mundo’ y con las que expresó que en su caso, opta por lo natural en cuanto a su melena se refiere.

Y si nos vamos más atrás en el tiempo, hace diez años ya habló de sus mechones blancos. En una entrevista concedida a ‘ El Economista’, aseguró que ya no se le pasaba por la cabeza teñirse. “Es que no lo voy a hacer. Cada vez que me las he teñido, no me ha gustado cómo me quedaba”, reiteraba sobre cómo siente que le queda mucho mejor su pelo al natural que su pelo teñido. Entre otras cosas, porque es sinónimo de vivir. "Es que me gusta el pelo blanco, me gusta la vida como es. Me encantan las canas. Me parece la cosa más dulce del mundo”, afirmaba orgullosa de cómo lucía su cabello ya por aquel entonces.

Unas canas que no esconde en absoluto. Todo lo contrario. Tan solo hay que ver las apariciones que protagoniza para comprobar cómo suele llevar su melena suelta y dándole todo el protagonismo a sus mechones blancos. Ya sea llevándolos por delante del rostro o peinando la zona alta de la melena hacia atrás, deja que se vean bien sin ningún tipo de complejo. Todo lo contrario. Y también se ha dejado ver con diademas con las que ha dado más protagonismo si cabe a sus mechones favoritos. 

Ángela Molina también defiende sus arrugas

Y de las canas a las arrugas. Porque en un momento dado, la actriz también se pronunció sobre este asunto. Lo hizo después de una polémica. Hace unos años, hubo un centro de belleza que utilizó una imagen de Ángela Molina como reclamo publicitario. “Mejorar sin transformarse para retrasar el envejecimiento y llegar a los 60 con un mejor aspecto que esta bella actriz” fue el mensaje que lanzaron desde el negocio haciendo alusión a las arrugas de la intérprete.

Tal y como contó en su momento el portal ‘Vanitatis’ la reacción de Ángela Molina fue la de tomarse de la mejor forma la situación, la de no querer entrar a demandar y la de asegurar que ella estaba tan contenta con sus arrugas. “Pobrecilla. Menudo lío y no es para tanto. A mí me da igual que me digan que tengo arrugas. Son mías y estoy encantada”, dijo sobre este otro símbolo del paso del tiempo que, al igual que hace con las canas, no tiene intención de ocultar.