El romance clandestino entre Diana de Gales y James Hewitt, al que el príncipe Enrique llegó a creer su padre biológico

La historia de amor entre Diana de Gales y James Hewitt se complicó con el tiempo; ni siquiera la muerte de la madre de Guillermo y Enrique hizo que él se olvidara de ella

James Hewitt
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Álex Ander
Álex Ander

Periodista especializado en corazón y crónica social

El pasado mes de junio, el príncipe Enrique de Inglaterra declaró como testigo en el juicio contra el grupo editorial propietario del tabloide británico Daily Mirror, al que acusa de haber obtenido información sobre su vida privada de forma ilegal durante años. Entre otras cosas, el hijo menor de Diana y Carlos III explicó que, cuando apenas tenía dieciocho primaveras, escuchó por primera vez el “rumor” de que “mi padre biológico era James Hewitt”, un hombre con el que su progenitora tuvo una relación después de que él naciera. Es cierto que ambos guardan un fuerte parecido físico, pero no es menos cierto que el propio Hewitt ha negado esa paternidad.

La conexión entre Diana y su amante, un apuesto miembro de la Guardia Real, surgió de inmediato cuando ambos coincidieron en una fiesta organizada en 1986 por la dama de compañía de la princesa, Hazel West. Diana le contó a Hewitt que, tras caerse de un caballo cuando era niña, cogió miedo a hacerlo, aunque deseaba recuperar la confianza en sí misma. Él se ofreció entonces a darle unas clases de equitación en el cuartel donde servía. Después de cada lección, profesor y alumna solían aprovechar para tomar café juntos y charlar un rato. Tan a gusto se sentía aquellos días la princesa que, con el tiempo, dejó de acudir a su cita acompañada por su dama de compañía y su guardaespaldas.

Fue al cabo de unos meses cuando Hewitt y Diana se convirtieron en amantes. “Yo no busqué que todo aquello ocurriera, pero ocurrió, y nadie forzó a nadie”, aseguró luego el exoficial, que también enseñó a montar a caballo a los príncipes Guillermo y Enrique. “Sabía que aquella relación no podía llegar a ninguna parte, pero no podía ver la realidad simplemente porque no quería afrontarla. Y por otra parte, ella tampoco podía hacerlo. Llegamos a hablar, incluso, de la posibilidad de tener un futuro juntos, y ella creía (o quería creer) que teníamos uno, que algún día podríamos llegar a casarnos”.

Diana de Gales y James Hewitt
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El paño de lágrimas de Diana de Gales

Por lo visto, Diana utilizó a Hewitt para desahogarse emocionalmente de los problemas de su infeliz matrimonio con el entonces heredero al trono británico, que solía ponerle los cuernos con quien fuera su amor desde la juventud (y desde 2005 es su esposa), Camila Parker-Bowles. De hecho, la princesa sufría episodios de ansiedad y se vio sumida en una enorme depresión. “Diana era bulímica, se sentía en un callejón sin salida y necesitaba tener algún tipo de esperanza”, contó Hewitt. “Yo se la proporcioné. Habría sido fatal para ella si entonces yo le hubiera destruido esa esperanza. Así que vivíamos en esa especie de fantasía. Era su manera de mantenerse viva en medio de la pesadilla. Necesitaba amor y apoyo, necesitaba creer y escuchar a alguien que le dijera que todo iba a salir bien. Además, la amaba”.

Durante alrededor de un lustro, la princesa visitó asiduamente a Hewitt en su casa de Devon, mientras que el jinete se dejó caer alguna que otra vez por el palacio de Kensington y por su domicilio campestre de Highgrove (al tiempo que recibía ciertas llamadas de voz masculina que le decían “no vuelvas a ver a la princesa Diana”). Ninguno de los dos se planteó contar a nadie su historia de amor clandestino, que en parte mantuvo viva su llama gracias a las más de sesenta cartas que intercambiaron cuando Hewitt estuvo destinado en Alemania en 1989 y posteriormente fue enviado a la guerra del Golfo de 1991.

Pero el romance se fue marchitando por los continuos viajes al extranjero del militar. "Diana se sintió traicionada”, escribió el guardaespaldas personal de Lady Di, Ken Wharfe, en el libro Diana: Closely Guarded Secret. “Él había antepuesto su carrera a ella. Al principio, ella hizo todo lo posible para evitar que se fuera, incluso amenazó con hablar con su oficial al mando. Cuando James se negó a renunciar a su carrera, Diana dejó que el romance decayera".

Después de que aquello ocurriera, la periodista Anna Pasternak escribió una serie de artículos sobre la ‘amistad’ entre ambos, a instancias de Hewitt. “Él me dijo que solo hablaba conmigo porque Diana se lo había pedido, aunque la serie nunca insinuó un romance y solo los mostraba como buenos amigos”, afirmó Pasternak al respecto. “Diana estuvo en contacto permanente con él durante ese tiempo. Me dijo que ella le dio las gracias por teléfono por ‘hablar, ya que sabes que yo no puedo. Al menos la gente sabrá la verdad’”.

Diana de Gales y James Hewitt
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El libro donde James Hewitt lo contó todo

Cuando en junio de 1994 Carlos III reconoció ante las cámaras de televisión que le fue infiel a su esposa ("una vez que comprobé que mi matrimonio estaba irremisiblemente roto"), Hewitt contactó rápidamente con Pasternak con el objetivo de ir un paso más allá. “Me dijo que a Diana le preocupaba que el segundo libro de Andrew Morton, que se publicaría ese otoño y en el que ella no había colaborado, sacara a la luz su romance en términos poco favorecedores”, aseguró la periodista. “Ella insistió a Hewitt en que si el mundo podía ver que su amor era genuino, y podía entender por qué había acudido a él ante el rechazo de Carlos, no la condenaría”.

Aquello fue lo que llevó a Hewitt a escribir junto a Pasternak el libro Princess In Love, por el que ambos recibieron un adelanto de 4,5 millones de dólares. Los británicos, consternados por el hecho de que el matrimonio formado por Carlos y Diana no fuera el cuento de hadas que habían creído que era, optaron por cargar duramente contra Hewitt, acusado de traidor y canalla. “Sí, estaba enamorada de él, pero no esperaba que acabaría siendo traicionada”, respondió la propia Lady Di cuando le preguntaron por esa historia en una entrevista emitida en horario de máxima audiencia en la BBC, en noviembre de 1995.

"Pensé que si hablaba con Anna Pasternak sobre mi relación con Diana, se acabaría la mala prensa”, admitió luego Hewitt. “Diana parecía indiferente, pero aquel fue el mayor error que he cometido en mi vida. Los tabloides me acusaron de besar y contar, y dijeron que yo era un leproso social. No era cierto. Seguí cazando y yendo a cenas. Pero aquello marcó el final de nuestro romance y de mi carrera en el ejército. Incluso contemplé el suicidio”.

Decadencia, problemas de salud y más Lady Di

Poco ayudó a restituir la imagen y credibilidad del exmilitar el hecho de que, en los años posteriores a la muerte de la princesa, siguiera rentabilizando su relación con Diana de Gales. No en vano, en 1999 publicó otro libro, Love and War, en el que contó hasta lo que cenaron el día que empezó todo, y en varias ocasiones intentó vender la correspondencia que mantuvo con ella a cambio de varios millones de dólares (el contenido de algunas de las misivas se publicó en el tabloide News of the World después de que Hewitt le leyera varios extractos a un periodista que se hizo pasar por comprador). 

Engaños y chanchullos a un lado, aquella relación dejó bastante huella en un hombre que, después de su retiro militar, intentó sin éxito abrir varios negocios, fue arrestado en un bar londinense por posesión de drogas, y hasta tonteó con Aramís Fuster (que en una entrevista aseguró haber practicado sexo tántrico con Hewitt). En 2022, tras recuperarse de algunos problemas graves de salud, el británico de 65 años recorrió Ucrania para rescatar a civiles inocentes que se quedaron sin hogar tras la invasión rusa del país (dejando claro que hay ciertos campos de batalla en los que se maneja mucho mejor que en otros).

“La última vez que hablé con Diana por teléfono fue tres o cuatro meses antes del accidente [que le costó la vida]”, aseguró a una revista española. “Aquello era el principio de un acercamiento entre nosotros. Siempre la defenderé. Nadie ha significado tanto para mí. Fue una persona definitiva en mi vida. Ella la cambió de una manera radical, en todos los sentidos”. 

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