La tarde del 7 de agosto en la finca Valdepalacios, en Toledo, el goteo de famosos fue constante. De los más puntuales, a los más tardones. Rostros procedentes del mundo de la televisión, el deporte o la crónica rosa, todos querían acompañar a Rocío Carrasco en su boda de tres días.

Fidel y la hija de ‘la más grande’ habían organizado para la noche de ayer una fiesta con una suculenta cena tipo bufet que tuvo como protagonista una gran parrillada para sus invitados. Carnes y verduras a la brasa, que con los 40 grados en Toledo no sabemos si habrá sido una invitación hecha con toda la buena la voluntad, o con ganas de que a más de uno le diera un jamacuco. Y es que nadie podía imaginarse que a estas alturas del año íbamos a estar con más calor que en pleno verano. De lo que se ha librado la familia de Rocío...

Pero no creáis que los invitados se presentaban en Valdepalacios con cara de resignación cristiana. Nada de eso. Todos lucieron su mejor sonrisa y desfilaron con modelitos de impresión para estar a la altura de un evento tan mediático.

La segunda madre de la novia, es decir Teresa Campos, aseguró que Carrasco llevaba los mismos pendientes que habían llevado sus hijas carnales en sus bodas. Así Rocío llevaba incorporado el ‘algo prestado’ obligatorio en estas circunstancias. Pero la esencia de la matriarca de las Campos no solo se plasmó en ese detalle, los pies de la novia también llevaron su impronta. Y es que María Teresa, en su labor como diseñadora de zapatos, ha ideado su calzado.