Miguel Poveda, que siempre se muestra en público como alguien tranquilo que huye del conflicto, el pasado viernes lo confrontó de manera directa. Harto de que se demonice la gestación subrogada, por la que pudo ser padre hace dos años, como si fuera una manera de mercantilizar con bebés, dio un manotazo en la mesa y se mostró muy crítico durante su último concierto.

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Poveda actuaba en Madrid, en el primer festival flamenco LGTBI enmarcado dentro de las celebraciones del Orgullo. El cantaor arrancó su show con este mensaje social y político, que tan en boga está últimamente, después de que Ciudadanos presentara su proyecto para legalizar esta forma de gestación. "Para aquellos que hablan de mercancías. Mi hijo no es ninguna mercancía, le quiero mucho, como se quiere a todos los niños, menos los hijos de p***", dijo enfadado y con mucha sorna el artista catalán, al arrancar el concierto.

Ángel, su pequeño, vino al mundo hace dos años en California, uno de los estados donde está permitido que se lleven a cabo estos embarazos. Poveda logró formar su propia familia gracias a una donante de óvulos y a una madre gestante que llevó el fruto de su simiente a lo largo de nueve meses. No son pocos hombres y mujeres los que han tenido que recurrir a este método para ser padres, sea cual sea su orientación sexual. Aquí lo único que importa es el deseo irrefrenable de repartir cariño en una descendencia que, de otro modo, habría sido imposible que se diera.

Poveda no ha sido el único famoso que ha se ha mostrado de lo más crítico con políticos que están en contra de la gestación subrogada. Tamara Gorro leyó ‘la cartilla’ a Alberto Garzón, de Izquierda Unida, después de que este escribiera en Twitter cómo veía el esta clase de embarazos, pues considera que son “un modelo tramposo en el que mujeres pobres se convierten en ‘incubadoras’ para los ricos”. Gorro ardió de ira y le comentó lo siguiente: "Infórmate un poquito antes de hablar, porque así os va... el mayor porcentaje de las personas que recurren a este método piden créditos”, tuiteaba, y como lo que tenía que decir necesitaba más espacio del que le dejaban los 160 caracteres, se marchó a Instagram Stories a seguir con su discurso. “Que se dejen de tonterías. Si un hijo suyo o un familiar necesitase un riñón, sí que aceptarían esa donación, pero si yo quiero ayudar y prestar a una persona mi útero, ¿quién es él para decirme a mí que no? ¿quién eres tú para decirme qué tengo que hacer con mi cuerpo?”.