Mila Ximénez, las fotografías que marcaron su vida

Con el alba comienza la mañana y con Alba comenzó la nueva vida de Mila. El nacimiento de su única hija supuso tal revolución personal para esta sevillana que esta venida al mundo dio un nuevo sentido a su existencia. "Alba hace de los baches un trote de diversión, y de los conflictos, un juego de mesa. Aleja a mis nietos del murmullo triste del exterior y les hace una burbuja de colores cada día", escribió en Lecturas sobre ella. Era la primera persona en la que pensaba al levantarse, y la última en acostarse. 

Casada con una de las leyendas deportivas de este país, Manolo Santana, se tendría que separar de él para convertirse ella misma en su propia leyenda. Tras un proceso de divorcio durísimo, Ximénez tardó tiempo en sanar. "Fue un matrimonio en el que ninguna de las dos personas estaba preparada. Veníamos de relaciones anteriores y cometí el error de querer vivirlo todo en esa relación", confesó en 'GH VIP'. Un año más tarde, y en un tono bien distinto, la colaboradora aseguraba que no quería saber "absolutamente nada de él". "Como tenista ha sido el mejor pero como persona ha sido abominable, es la peor persona con la que me he encontrado en mi vida (...)Me estremece pensar que está en una mala situación pero está como quiere estar y donde quiere estar. Decidió hace mucho tiempo tener esta vida, esta relación y separarse de la gente que quiere", sentenció en 'Sálvame'.

Tras su divorcio, Mila se enfrentó a algunas de las decisiones más difíciles de su vida. Velando por el bienestar de la niña y colocándola siempre como su prioridad, Ximénez renunció a su custodia puesto que no podía competir con la destacadísima posición económica del padre de la menor. Fue una de las épocas más duras de su vida. En plena oscuridad, la luz de Alba era su única guía, y tenerla a su lado se convirtió en su objetivo. 

"Me iba a la Puerta del Sol y vendía un reloj, un anillo, plata, pieles… Alba se dio cuenta de que las cosas no iban bien porque le regalé un CD que se regalaba gratis con el cuento de Celia”, contaría años después en la curva de su vida en 'GH VIP', cuando, una vez más y con gran valentía, abordó el periodo más oscuro de su vida. 

Hace años, Alba hablaba con esta admiración de su madre. "Ha sido una madre diferente para lo bueno y para lo malo. Me gustaría parecerme a mi madre en la libertad con mi hijo, en poder contarnos las cosas abiertamente; en no tener ese miedo de tener que mentirle a tu hijo para que no te juzgue". Mila, siempre valiente.

Fue así cómo empezó a forjarse como una comunicadora de excepción. Sus participaciones en las tertulias pronto fueron a más y la vimos pasar de las ondas de la radio a la televisión. Donde 'Aquí Hay Tomate' y 'Crónicas Marcianas' tuvieron un protagonismo destacado; pero para ello, antes ya había sido testigo de excepción de lo vivido entre Isabel Pantoja y Encarna Sánchez.

En plena adolescencia, cuando Alba tenía 12 años, el ansiado reencuentro pudo llevarse a cabo. Mila recuperaba la custodia de su hija y se convertían en las mejores amigas, las confidentes más cómplices. Y así las veíamos con cara de tremenda satisfacción en uno de los veranos más felices

Habiendo dejado atrás su peor racha, y cuando empezaban a irle bien las cosas, un nuevo mazazo ensombreció la vida da la colaboradora, el fallecimiento de sus dos padres con apenas 8 meses de diferencia. Mila, tan apegada a su familia, siendo la menor de sus hermanos, necesitaba a sus progenitores que siempre habían sido su gran apoyo. A pesar de este golpe, la sevillana descubrió que tenía grandes amigos que siempre estarían para ella, como Jorge Javier, uno de sus bastones emocionales. Lo único que lamentó de entonces, es que sus padres no pudiesen disfrutar de su triunfo

Con la llegada de 2009 llegó la gran oportunidad televisiva de Mila. Su 'hado madrino', Raúl Prieto, la volvía a llamar después de trabajar con ella en 'Aquí hay tomate'. Empezaba el programa que cambiaría las reglas del juego y ella fue una de sus primeros fichajes. 

"El pico de mi vida más alto es cuando nacen Alexander y Victoria", reveló a Jorge Javier mientras participaba en GH VIP. "Nunca pensé que podía ser tan feliz y tener a gente que me quisiera, y me llamaron abuela. La felicidad era completa"

En 2016, Mila Ximénez dijo sí a la gran aventura de su vida, 'Supervivientes'. No solo se adaptaría a las duras condiciones de la isla, sino que quedó finalista. Demostró una enorme fortaleza mental, la misma de la que había hecho gala en sus épocas más difíciles. Llegó a la final sin quebrarse, y su abrazo, al reencontrarse con Jorge Javier, aún emociona al que lo contempla. Había logrado una auténtica hazaña.

En 2018, el día de su cumpleaños, sus compañeros la sorprendían con este precioso ramo de flores. Fiel a ella misma y sin doblegarse ante nada y ante nadie, hizo de esto su sello personal. Y, a pesar de las broncas en plató, todos la querían, valoraban y admiraban. Poca gente consigue eso. 

Además de su hija y sus cuatro hermanos, Mila Ximénez montó otra familia con la que no compartía sangre pero a la que unían risas, lágrimas y confidencias. En este círculo de privilegiados, los que llegaron realmente a rozar su corazón, además de Jorge Javier, Terelu que fue compañera infatigable. Ella la entendía mejor que nadie, había recorrido un camino parecido y sabía lo que es el miedo. Juntas le plantaban cara. Y Kiko Hernández, que llenaba de risas y ternura sus conversaciones, cada vez que le contaba algo de sus hijas, a las que Mila adoraba. "Ponte purpurina, que se te va", le dijo una de ellas cuando supo que estaba enferma, lo que le devolvió inmediatamente la sonrisa. 

El 23 de junio, tras un año luchando contra un cáncer de pulmón, Mila Ximénez fallecía en su domicilio madrileño y lo hacía rodeada por su hija, sus queridísimos hermanos y su perrita Ova. Días atrás, ya se había despedido de algunos de sus mejores amigos, entre ellos, Jorge Javier.