Harry y Meghan han hecho llegar su christmas navideño y, en él, podemos contemplar muchas sonrisas, gestos de cariño y complicidad. Lo que no veremos bajo ninguna circunstancia son las caras de sus dos hijos, Archie y Lilibet. Los dos niños son mostrados de espaldas, corriendo hacia sus padres, en una estampa de lo más idílica, pero que no revela ningún dato personal de los menores.
Esta felicitación contrasta con la que han publicado Guillermo y Kate, junto a sus tres hijos. En esta, los Gales miran a la cámara felices y despreocupados. El ‘sharenting’, para ellos, es obligado; pero para Harry, que hace casi cinco años que se desmarcó de la familia real británica, no.
Hablamos con la psicóloga Lara Ferreiro sobre uno de los temas de moda en la crianza consciente. Este término anglosajón une dos palabras ‘share’, compartir, y ‘parenting’, paternidad/maternidad; por lo que se emplea cuando los adultos publican en redes fotografías y detalles de los menores a su cargo, bien para presumir con orgullo de estos, o bien porque estos tienen tan normalizado lo de desvelar detalles privados que también incluyen en esta exposición las vidas de sus vástagos.
“Habría que legalizarlo”, dice Lara, autora del best-seller ‘Adicta a un gilipollas’. La psicóloga se muestra tajante respecto a este tema y apoya la decisión, sopesada y madura, de los duques de Sussex. “Proteger la privacidad es proteger la salud mental de los menores”, asegura. Tomando esta decisión, la terapeuta considera que los padres están ofreciendo a sus pequeños un entorno más seguro y estable. “Un cerebro de un niño expuesto a las redes sociales puede segregar cortisol, la hormona del estrés, y puede alterar su desarrollo. Este puede entender que en lugar de protegerle, le estás exponiendo”.
Harry, un trauma subyacente
“A los niños no se les debería mostrar hasta que estos tuvieran 18 años, para, de este modo, proteger su identidad y la psicología de su desarrollo”. Una opción que Harry no tuvo.
El hijo menor de Lady Di, como el resto de miembros de la realeza, nació con una cámara pegada a su rostro. De él supimos todo desde que solo era una criatura. Si era rebelde o no, cómo se portaba en la escuela, que cuando hacía frío se le enrojecían las mejillas, que no se parecía a nadie de su familia paterna, que desbarraba en las fiestas del internado… absolutamente todo. En su vida no había espacio para la privacidad. Carecía de ese derecho por ser el hijo del heredero a la Corona.
Harry creció siendo uno de los objetivos preferidos de la mirada pública. Todo el mundo podía tener una opinión formada sobre él sin ni tan siquiera conocerle. “Los ‘royals’ lo hacen para que haya un legado y registro histórico, de ahí esa transparencia pública”. Gajes de nacer en la realeza. Pero esto eso tuvo consecuencias muy negativas en la personalidad y en el desarrollo psicológico del hijo menor de Carlos y Diana.
ARCHWELL
Cuando Harry y Meghan tomaron la decisión de apartarse de la monarquía, también escogían en camino de proteger a sus pequeños. Nada más nacer, el color de piel de Archie llenó titulares, y esto pudo ser el detonante último que necesitaban para animarse a tomar una decisión que llevaban sopesando desde hacía tiempo. “Esta decisión de no mostrar a sus hijos va acorde al derecho a ser independientes que reclamaron con su salida de la institución”.
“Harry y Meghan hacen muy bien porque están intentando proteger a sus dos hijos. Existe una huella digital, una vez que lo subes a redes ya no te pertenece y se puede viralizar a todo el mundo. Conviene tener cuidado”. Ferreiro alerta de problemas en el desarrollo y la salud mental del menor, pero también peligros que atentan a su propia salud física. “Se han dado casos en los que los menores han sido geolocalizados por las fotos mostradas en redes, lo que permite conocer sus rutinas”, con la peligrosidad que esto supone para un perfil concreto de usuarios de redes.
Porque no nos llevemos a equivocaciones. En el momento mismo en el que compartimos una foto nuestra o de nuestros hijos estamos brindando una cantidad ingente de información personal que debería quedarse en el ámbito más privado, por seguridad de nuestro entorno.
“Da igual si nuestro perfil está privado. Si publicamos una foto, no sabemos dónde esta puede acabar”, asegura la psicóloga, que tampoco cree que sea seguro compartir fotos de las critauras a través de los grupos de WhatsApp por el mismo motivo.
¿Existe un ‘sharenting’ responsable?
“Siempre hay que beneficiar al menor en lugar de presumir de él”, asume Lara Ferreiro, que opina que, en toda crianza consciente, debe primar el respeto a la intimidad de nuestros hijos para, de este modo, proteger su huella digital así como su seguridad.
Sobre el caso concreto de Harry y Meghan, Lara considera que lo hacen bien al no mostrar sus rostros y al fotografiarles de lejos y de espaldas. Además, si nos fijamos, lo hacen en un entorno para nada reconocible en un parque, que podría ser cualquiera, para, de este modo, tampoco desvelar detalles de las rutinas de las criaturas.
“Lo más seguro es no hacerlo”, recomienda la profesional de la salud mental, ya que recuerda que cualquier cosa que mandes, pierdes el control sobre ella para siempre, porque todo puede ser reenviado. Perder el bienestar de tu hijo o hija, simplemente porque quieres presumir en redes, es un precio a pagar demasiado alto. “Con esto, los menores no ganan nada, solo pierden”, reconoce.