Inquietudes, problemas conyugales y desavenencias con sus hijos: el reinado de Margarita de Dinamarca

La reina danesa, que ha anunciado su abdicación tras más de cinco décadas en el trono, será sucedida por su hijo Federico hoy 14 de enero

La reina Margarita de Dinamarca
Gtres
Álex Ander
Álex Ander

Periodista especializado en corazón y crónica social

El pasado 31 de diciembre, Margarita de Dinamarca sorprendía a sus súbditos al anunciar su abdicación tras ocupar el trono durante más de cinco décadas. Nacida en el palacio real de Copenhague en abril de 1940, apenas unos días después de que los nazis hubieran invadido su país, la todavía reina danesa es hija de la princesa Ingrid de Suecia y de Federico IX, al que pudo suceder tras su muerte en 1972, después de que se celebrara un referéndum y se aprobara una enmienda constitucional que permitía reinar a las mujeres.

Margarita estudió Ciencias Políticas, Economía y Arqueología, y en su día escribió varios relatos y un libro, titulado 'El oficio de reina', donde comenta que ella no posee "ningún mérito" para ser jefe de Estado: "Fue un azar biológico. Fui la mayor de las chicas de casa, eso es todo, y cuando la gente me felicita por ocupar el cargo, siento como si sus palabras estuviesen desplazadas. Existen mujeres en puestos de trabajo a los que han llegado por su propio esfuerzo. A esas se las puede felicitar. Hizo falta que combatiesen para alcanzarlo. Yo, en cambio, no".

Un sondeo publicado recientemente la situaba como la preferida de la familia real danesa, y los periódicos señalaron en su día que su popularidad era tanta que si se aboliera la monarquía en Dinamarca, Margarita habría sido elegida presidenta de la nación. "Tendría que presentarme antes a las elecciones, cosa que no iba a suceder", comentó ella. "En mi familia me han enseñado a permanecer lejos de la política, por encima de ella, así que no creo que yo fuera la persona adecuada para el cargo de presidenta de la República".

El díscolo príncipe consorte

A lo largo de su reinado, Margarita se ha granjeado fama de mujer discreta, creativa, cercana ante su pueblo y con gran sentido del humor. Además de ser una exfumadora empedernida, habla cinco idiomas a la perfección, le encanta bordar y ha pintado cuadros que se llegaron a exponer en museos. También ilustró en su día la versión danesa del libro 'El señor de los anillos', en 2023 ejerció de diseñadora de vestuario y producción de la película de Neflix 'Ehrengard. El arte de la seducción', dirigida por Bille August, y todavía es miembro honorario de la Asociación de Escenógrafos Daneses.

En febrero de 2018 enviudó de Enrique de Dinamarca, que entonces padecía demencia y llevaba un par de años retirado de la vida pública. Por lo visto, el díscolo y algo estirado príncipe era tercer secretario de la Embajada francesa en Londres (aunque lo presentaron como conde francés) cuando conoció a la entonces princesa heredera. "Al principio no parecía del agrado del rey Federico IX, pero los padres de la enamorada terminaron transigiendo", cuenta Cristina Barreiro en su libro 'Consortes reales'. "En Copenhague se celebró una boda fastuosa, pero él jamás se adaptó a su nueva condición: durante décadas el príncipe consorte quiso ser rey y amenazó reiteradamente con abandonar el país".

Cuentan que trece años después de su boda, las continuas críticas y rumores hicieron nacer una grave crisis conyugal. "Margarita por un lado y Enrique por el otro se fueron a vivir a sendas alas separadas de palacio", contó Juan Balansó en 'Los Reales primos de Europa'. "La reina madre Ingrid tuvo que poner toda la carne en el asador para que volviese a imperar, ya que no el buen sentido, al menos el sentido común en aquella pareja, padres ya de dos varones: Federico, nacido en 1968, y Joaquín, un año menor". 

Dos hijos algo rebeldes

Joaquín ocupó los titulares de todos los medios de comunicación al anunciar su intención de mudarse junto a su mujer, la princesa Marie, a Washington después de que la reina danesa tomara la decisión de despojar del título de príncipes a los cuatro hijos de su segundo retoño. Margarita justificó su decisión por su deseo de que Nicolás, Félix, Henrik y Athena pudieran tener una vida lo más normal posible, pero eso no evitó que Joaquín se sintiera dolido y llegara a comentar que “Nunca es agradable ver a tus hijos siendo maltratados así”.

Federico, por su parte, se convirtió en un quebradero de cabeza para la monarca. Después de cumplir su servicio militar en la Guardia Real, el inminente rey pasó a estudiar Economía y Derecho en la Universidad de Copenhague. Allí se enamoró perdidamente de una joven modelo divorciada, Malou Aamud. La noche del 1 de enero de 1992, la policía de la capital danesa detuvo en las proximidades de palacio un coche deportivo en el que viajaban los tortolitos (conducía Malou, que no tenía permiso de conducir y se encontraba en estado de embriaguez, igual que su acompañante).

"Con evidente exageración, no faltó danés que interpelara al Parlamento solicitando que una ley retirara al 'culpable' sus derechos a la Corona", relató Balansó en el mismo libro. "Margarita II no dudó un instante y su hijo mayor fue enviado al exilio, es decir, a la Universidad norteamericana de Harvard", donde el cuitado siguió formándose (y formándola). En 2004 se casó con la abogada australiana Mary Donaldson, con quien la reina tardaría un tiempo en conectar, pero las malas lenguas cuentan que Federico sigue siendo aficionado a los líos de faldas. Tanto es así que su madre decidió acelerar el proceso de abdicación para asegurar la continuidad de la monarquía.

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