Federico de Dinamarca, el 'casanova' que se convertirá en Rey: escándalos, discotecas y unas polémicas fotografías

La trayectoria del hijo primogénito de la reina Margarita está presidida por una escandalosa vida personal de la que hacemos un repaso

Federico de Dinamarca
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Álex Ander
Álex Ander

Periodista especializado en corazón y crónica social

El anuncio de la abdicación de la reina Margarita el próximo día 14 de enero pone en el disparadero a su hijo Federico. Rodeado de polémica desde que la revista Lecturas publicase sus fotografías con Genoveva Casanova, el heredero al trono se convertirá en Rey dentro de escasos días. Podría decirse que la figura de Federico de Dinamarca no ha estado exenta de polémica. De hecho, el hijo primogénito de la reina Margarita y su marido el príncipe Enrique de Dinamarca siempre ha tenido bastante fama de rebelde, aventurero y mujeriego. Con su primera novia, una compañera de instituto llamada Mie Egmont, duró apenas dos telediarios. Luego estuvo saliendo con una guapa morena, Nina Klinker Jorgensen, a la que conoció en la Universidad de Aarhus (Dinamarca), donde él estudiaba Ciencias Políticas y ella Derecho, pero el noviazgo se estropeó cuando ella decidió dedicarse al cine.

Su primer gran escándalo

Como el atractivo príncipe debió pensar que un clavo saca otro clavo, rápidamente comenzó un romance con la modelo Malou Aamund, que todavía estaba casada, aunque en trámites de divorcio, cuando lo conoció. Mientras celebraban juntos la Nochevieja de 1992, la policía detuvo a la joven por conducir un vehículo a toda velocidad, sin tener permiso y en estado de embriaguez, junto a su chico.

Cuando el asunto vio la luz, en el Parlamento danés se planteó si el marchoso príncipe debía renunciar a sus derechos dinásticos. La casa real danesa pidió entonces disculpas y mandó a Federico a estudiar a Estados Unidos. Pero aquello no le quitó las ganas de juerga al soltero de oro entre los ‘royals’, al que algunos apodaron ‘Príncipe Turbo’ por su afición a la velocidad.

En 1994 empezó a salir con la modelo danesa Katja Storkholm Nielsen, quien a principios de 1996 abandonó su profesión para convertirse en telefonista, y solo unos meses después dio por concluida su historia de amor con Federico. “Dicen que fue su madre, la reina Margarita, quien dio al traste con el romance entre Federico y Katja, al conocer que la chica había posado prácticamente desnuda para una firma de ropa interior”, contó Maite Alfageme en la revista Época.

Federico encontró entonces consuelo en la cantante pop danesa María Montell, que nunca fue aceptada por sus padres. Como dato curioso, la pareja llegó a convivir en el apartamento privado del príncipe en el Palacio Real de Copenhague. "Pertenecemos a dos mundos diferentes, que son difíciles de conciliar", señaló ella tras la ruptura, que se produjo en 1998 y al parecer fue amistosa.

Aunque una de las relaciones más comentadas del heredero al trono más antiguo de Europa fue la que mantuvo con la diseñadora Bettina Oedum. ¿El motivo? Unas imágenes donde la joven aparecía en top-less, en la cubierta de un barco, mientras disfrutaba de unas vacaciones en la Riviera francesa con el príncipe. Su publicación fue objeto de escándalo nacional y provocó la ira del jefe de la Casa del príncipe, Per Thornit, quien vio claro que las fotografías eran un impedimento insalvable a la hora de convertir a Bettina en la futura reina consorte.

De las discotecas al altar

Y así llegamos a los Juegos Olímpicos de Sidney en 2000. Una noche en la que varios príncipes se dieron cita en un bar de copas, su amigo Felipe VI, que en su día no iba a la zaga en cuanto a ser aficionado al disfrute, le presentó a Mary Donaldson. Esta abogada australiana consiguió salvar los escollos que existían en su noviazgo: la distancia, para lo que dejó su país y se instaló en Londres con su padre, y la oposición de la reina Margarita, que no veía con buenos ojos que la muchacha fuera plebeya.

En septiembre de 2003 la Casa Real danesa anunció que la reina daría su conformidad en el siguiente Consejo de Estado a que el príncipe heredero Federico se casara con Mary Donaldson, y al mes siguiente se anunció formalmente su compromiso. “Desde el verano, Mary comenzó su preparación como princesa”, contó entonces Consuelo Font. “Se trasladó a un apartamento en Copenhague, cercano al palacio de Amalienborg, residencia de la familia real, logró trabajo en una firma tecnológica danesa y, además, empezó a recibir cursos de protocolo para comportarse entre la realeza además de perfeccionar el danés con cursos intensivos”. Luego obtuvo la nacionalidad danesa, por lo que tuvo que renunciar a su pasaporte australiano.

La boda se celebró en la catedral de Copenhague el 14 de mayo de 2004, apenas una semana antes de que Felipe y Letizia contrajeran matrimonio. “Desde hoy, Mary es mía y yo soy suyo. La amo y la protegeré con todo mi corazón. Haré todo lo posible para hacerte  sentir como en casa en tu nuevo país… Tú me das seguridad, alegría y felicidad. Yo te amo, Mary. Vamos; caminemos juntos”, señaló él en su discurso nupcial. Dados los rumores que apuntan a la posibilidad de que le haya sido infiel a su mujer en más de una ocasión, podría pensarse que aquellas palabras suyas fueron un pelín exageradas.

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