Lo nunca visto. ¿Una Charlene cariñosa, que toca a su interlocutor con gesto tierno, que sonríe y que parece disfrutar? Increíble. En las últimas apariciones de ‘la princesa triste’, esta aparece más relajada que nunca y nos hace preguntarnos, ¿qué ha cambiado en ella?
La última visita de estado que ha albergado el Principado confirma el cambio de actitud de la mujer de Alberto de Mónaco. Charlene ha estado de lo más distendida y cómoda junto a los Macron, y especialmente atenta a la Primera Dama. La princesa se ha mostrado cuidadora, habladora y simpática con Brigitte, tocándola en varias ocasiones y rompiendo su fama de ‘princesa de hielo’.
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Quizás, la visita exigía ese extra de atención por parte de los monegascos, puesto que hacía años que ningún presidente de la república francesa visitaba Mónaco. En concreto, Macron ha venido a romper la racha de cuatro legislaturas que sus predecesores habían ido sumando sin poner un solo pie en el país vecino y con el que comparten lengua oficial.
Es por eso, que los de Mónaco estaban especialmente ilusionados con la visita y que hayan redoblado esfuerzos en crear una buena impresión y, de esta manera, afianzar unos lazos que llevaban años debilitándose.
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Para ello, los monegascos no han dudado en tirar de artillería pesada, ¿y qué mejor arma tienen ellos que los adorables mellizos reales? Ninguna. Por lo tanto, Jacques y Gabriella han asumido con gran madurez sus responsabilidades oficiales, y, aunque quizás hubieran preferido estar en palacio jugando, se han puesto sus mejores galas y se han comportado como representantes en miniatura de su país; con tal de causar buena impresión a los franceses.
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Jacques y Gabriella, que cumplen 10 años este 2025, acompañaron al presidente y a su mujer e, incluso, la princesita le hizo un bonito regalo a la Primera Dama, a quien entregó un coqueto ramo de flores en tonalidades rosas y rojas.
Para el encuentro de día, Charlene y Brigitte coincidieron con sendos looks en tonos neutros, perfectos para el mes de junio y que invitaban a la calma y al sosiego. Perfecto para un primer acercamiento. La francesa se decantó por los tonos arena, mientras que la princesa llevó una chaqueta de manga corta y botones de perla en color pistacho. Ambas escogieron pantalones como opción más cómoda pero mientras que Brigitte los combinó en exacto tono con su parte arriba, Charlene rompió el binomio al decantarse por un blanco inmaculado y, de esta manera, ir a juego con su hija.
Y si Gabriella se coordinó con su progenitora, Jacques lo hizo con su padre y, de esta manera, los dos lucieron sendos trajes azul marino, y solo difirieron en los tonos de la corbata, más claros para el adulto y oscuros para el niño. Aunque quizás habría sido mejor al revés.
Sin los mellizos, pero con Carolina: así fue la cena de gala por la noche
Y los encuentros no acabaron ahí. Por la noche, y ya sin la compañía infantil, Charlene y Alberto volvieron a ejercer de anfitriones, pero esta vez en una cena de gala en la que la esposa del príncipe brilló por encima de todos con un espectacular diseño rojo de corte helénico, que le sentaba a la perfección. Eclipsando, incluso, a la mujer más elegante de todo Mónaco, Carolina.
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El palacio de los Grimaldi sacó brillo a la cubertería de plata y se preparó para albergar una cena como hacía años que no se celebraba. Todo era poco para los Macron.
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Durante la celebración, que se llevó a cabo en uno de los salones de gala del palacio y donde la mesa para los comensales se distribuyó en forma de U para facilitar la conversación y la atención entre todos, el presidente francés alzó su copa brindó con los comensales y, por supuesto tuvo un bonito gesto con Carolina, que estaba sentada a su lado. Porque ella, en el fondo, siempre se ha sabido la verdadera cabeza visible del principado. Y Emmanuel también lo sabía.