Alba Silva habla de sus planes más inmediatos con Sergio Rico tras recibir el alta

Después de dos meses agónicos en los que vio como su vida se desvaneció por completo, Alba Silva (30 años) volvía a la vida cuando el pasado 18 de agosto el futbolista Sergio Rico (29 años) abandonaba el Hospital Vírgen del Rocío de Sevilla por su propio pie. 

Aunque el matrimonio vivía en París, han decidido instalarse en su casa de Sevilla mientras Sergio da comienzo a la rehabilitación, así lo confesaba la periodista a través de su perfil de Instagram, un altavoz a través del cual ha querido agradecer todo el cariño que recibe a diario y responder a las preguntas de sus miles de seguidores. 

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Sus planes más inmediatos pasan por quedarse en casa y disfrutar de esos pequeños momentos que tan felices les hacen "hasta que Sergio se recupere" por completo. Su objetivo es el bienestar del futbolista y qué mejor que rodearse de todos sus seres queridos. "El amor todo lo cura", escribía Alba junto a una batería de imágenes en las que la pareja posa muy cariñosa en la piscina de su hogar, y es que se han vuelto inseparables. 

Alba lo dejó todo para estar al lado de Sergio y poco a poco va retomando sus compromisos profesionales. Con más de 220.000 seguidores en Instagram, la joven combinará de ahora en adelante su faceta como influencer con una serie de proyectos en los que está trabajando y que verán la luz muy pronto, así lo confesaba ella misma sin querer entrar en detalles. 

Alba Silva confiesa que ha tenido que recurrir a terapia

Aunque lo peor ya ha pasado, Alba no puede olvidar la pesadilla que vivió desde que Sergio fue ingresado con pronóstico "muy grave" después de haber sido embestido por un caballo durante la romería de El Rocío. "Estoy bien, aunque bastante sensible", revelaba en redes sociales al mismo tiempo que confesaba que tenía mucho trabajo de recuperación por delante. 

"Siento que aún tengo que recuperarme mucho mentalmente. Estoy en terapia y me ayuda bastante. Pero necesito tiempo para asimilar todo lo que ha pasado estos últimos meses. Aún sabiendo que está todo más o menos controlado, sigo teniendo muchas ganas de llorar todo el tiempo”, contaba sobre cómo está intentado hacer frente a esta montaña rusa de sensaciones. 

A pesar de las idas y venidas, Alba nunca perdió la esperanza de que todo iba a salir bien y bajo su punto de vista esa energía empujó a su marido a luchar para salir adelante. "Pensar que todo iba a salir bien me ayudaba también a mí para afrontar cada día, aunque había días que no tenía fuerzas para levantarme, solo pensaba en él, que me necesitaba y no me permitía caer”, recuerda todavía con un nudo en la garganta.