Mañana finaliza ‘GH Revolution’. En cuanto a audiencia, ha sido la peor edición de todas las que se han emitido. Creo que todavía es pronto para evaluar el porqué, pero estoy convencido de que mi labor como presentador también ha ayudado a que no cuajara. No sé cuánto porcentaje de responsabilidad me toca, pero sería de idiotas pensar que no tengo nada que ver con los bajos datos.

Sin embargo, no es mi intención escribir ahora sobre el escaso seguimiento de ‘GH Revolution’, sino sobre el equipo que lo hace posible. Me siento un auténtico privilegiado por haber podido conocer desde dentro los entresijos de un programa que cambió la historia de la televisión. He vivido de cerca la pasión y la entrega de un equipo que no se venía abajo pese a que los datos no acompañaban. En ningún momento dio la batalla por perdida. Preparaban los programas con la misma ilusión como si estuviéramos arrasando. Jamás sucumbió al desánimo porque los seguidores del programa, fueran los que fueran, no se merecían que bajáramos la guardia. Y no puedo dejar de resaltar el respeto que todos los concursantes tienen por parte de la productora. Les cuidan, les miman y les apoyan porque, sin su valentía, no hubiera existido un fenómeno televisivo como ‘Gran Hermano’.

El jueves decimos adiós a la edición que cumplía la mayoría de edad. Teniendo en cuenta que en la televisión el futuro es mañana, no sé qué sucederá. Pero lo que sí tengo muy claro es que, si me lo volvieran a ofrecer, no dudaría en decir que sí. Gracias a todos los que estuvieron ahí y mis disculpas a los que piensan que no estuve a la altura. Un dato curioso: hace un par de semanas rescaté un mensaje que me envió un viernes del año pasado Álvaro, el famoso Álvarito al que tanto mencionaba Mercedes Milá. Se quejaba de lo injusta que había sido la audiencia del día anterior. El mensaje era más o menos el que sigue: “20.6. No entiendo nada”. Cómo son las cosas. Éramos felices y no lo sabíamos.