Luminosidad de pies a cabeza: exfoliar para que tu piel gane suavidad

La exfoliación corporal es la primera etapa para renovar la piel porque elimina por completo las impurezas acumuladas y las células muertas

16 de octubre de 2015, 08:58

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Cuando pensamos en los cuidados corporales nos vienen a la mente sales de baño, aceites de masaje o cremas antiestrías. Pero no hemos de olvidar que la primera etapa de todo tratamiento para el cuerpo es la exfoliación, es decir la limpieza profunda de la piel. Ten en cuenta que en zonas irritadas (con heridas, sarpullidos o incluso quemaduras solares) no hay que aplicar la exfoliación. Por ese motivo, hay que evitar hacerlo tras tomar el sol o después de depilarse.

Muchos beneficios

Si te acostumbras a exfoliar tu piel dos veces por semana, obtendrás muchos beneficios:

  • Abrir o desobstruir los poros y prevenir la formación de granos y espinillas. Ten en cuenta que, aunque tus poros no estén muy abiertos, la polución y otras sustancias contaminantes, el sebo natural de la piel y las bacterias los ensucian.
  • Eliminar las células muertas de la superficie de la piel y favorecer una mejor renovación celular.
  • Mejorar el aspecto y la textura de la piel, puesto que el resultado es que queda claramente más suave, lisa, transparente y luminosa.
  • Activar la microcirculación sanguínea y la oxigenación de las células gracias al masaje que acompaña a la aplicación del producto.
  • Favorecer la penetración de los cosméticos que se aplican a continuación, como la leche hidratante o las cremas anticelulíticas.
  • Obtener un bronceado uniforme cuando tomes el sol. Por eso se recomienda, si es posible, acudir antes a un centro y que realicen una exfoliación y una hidratación de todo el cuerpo.

Tipos de exfoliantes

Exfoliantes hay de dos tipos:

Físicos. Contienen sustancias sólidas que 'rascan' la piel, como micropartículas de plásticos (polietileno, nylon y poliestireno) aunque también se usan ingredientes naturales como el hueso de nuez y de almendra, sal marina, polvo de bambú, gránulos de jojoba y microcristales de óxido de aluminio, con un tamaño algo mayor que los que se utilizan para el rostro. Los exfoliantes físicos son ideales para pieles gruesas y resistentes, las zonas con más rugosidades (planta de los pies, talones y rodillas) y para extraer los pelos enquistados.
Enzimáticos. Son más suaves y van destinados a las pieles sensibles, maduras o a las zonas más delicadas como el cuello, el escote y el pecho. No contienen partículas sólidas sino enzimas (proteínas) como la papaína y bromelaína o los extractos naturales que las contienen como los de papaya y piña. Estos activos reaccionan con las células muertas de la superficie de la piel y las deshacen. Y al hacerlo así, se reduce el riesgo de rojez o descamación.

Utilizarlo bien

Si no usas el exfoliante de la forma correcta no eliminarás del todo las impurezas. Aplica el producto y haz movimientos largos y suaves con el guante de crin, un cepillo o la esponja de lufa, pero evita frotar con insistencia. Empieza por los pies y asciende por las piernas para favorecer la circulación linfática. Presta especial atención a las zonas propensas a la celulitis.


 

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