Angie Luna, empresaria y mujer divorciada: “Si tus hijas estuvieran en una relación como la tuya, ¿estarían felices?”

Aunque nos gustaría que el amor durase eternamente, lo cierto es que no siempre es así. Los motivos para divorciarse son muchos. Pero las razones para hacerlo bien son muchas más. Esto es lo que nos explica Angie Luna, que narra desde su propia experiencia la coparentalidad tras la ruptura

Angie Luna
Marc Barnils

Unas décadas atrás no habríamos tenido esta conversación. El divorcio era, en el mejor de los casos, un tabú. Hoy en día, es la rutina de muchas familias, y tenemos que aprender a vivir bajo nuevos modelos, nuevas reglas y formas de parentalidad. También tenemos que aprender a superar un divorcio, una tarea nada sencilla que Angie L. Luna, @eyesofthemoon en redes sociales, se propone abordar con su nuevo libro, El amor más grande.

Pero el suyo no es un libro de trucos, de tips ni de atajos. Es un relato real, sincero y honesto, sobre lo que significa separarse. Porque todas necesitamos escuchar que lo que estamos haciendo está bien, que no hay nada de malo en priorizarnos cuando toca. El divorcio no es sencillo, no es un camino bonito. Pero tampoco tiene por qué convertirse en pesadilla. Y ese cambio de paradigma pasa por aprender a amarse a una misma.

La gran decisión

Cuéntanos, ¿quién es Angie L. Luna y qué vamos a encontrarnos como lectoras en El amor más grande?

Angie es una mujer caribeña que emigró muy joven a España. Se formó, trabajó, se enamoró, se convirtió en madre y, casi sin planearlo, también en creadora de contenido. Siempre ha sido una persona muy conectada con sus emociones, con una enorme ilusión de vivir, viajar, descubrir y superarse constantemente.

Es una mujer que ha atravesado el dolor de una ruptura matrimonial con hijos, y ha elegido contarlo desde la honestidad. En “El amor más grande�� no vais a encontrar recetas mágicas tipo “cómo separarte en 10 pasos” o “supera tu divorcio en 30 días”. Vais a encontrar una historia real, con sus dudas, heridas, contradicciones y momentos de luz. Es un libro que abraza, que no juzga, y que habla sin miedo del duelo, la culpa, la reconstrucción, el miedo… Pero también de la esperanza. Es el libro que me habría gustado leer cuando sentía que mi mundo se caía.

Angie Luna
Marc Barnils

En tu caso, ¿qué fue lo que te hizo decir: “ya no puedo seguir en esta relación”?

Muchas veces se espera que haya un momento “eureka”, pero en mi caso fue una acumulación silenciosa de pequeñas señales ignoradas. La distancia emocional, la soledad, la falta de conexión… y todo el resentimiento que se había acumulado sin gestionarse.

Me vi funcionando como madre, como profesional, como mujer… pero completamente en automático. Vacía por dentro. Sobreviviendo. El clic fue cerrar los ojos e imaginarme así dentro de diez años. Y entendí que no quería esa vida para mí, ni para mis hijas.

Ellas no necesitaban una madre que aguantara “por ellas”, sino una madre viva, coherente, feliz. Si yo no me salvaba a mí misma, no podría sostenerlas emocionalmente. Separarme fue un acto de amor hacia mí… Pero también hacia ellas.

Muchas mujeres sienten culpa por pensar en separarse, especialmente si hay hijos de por medio. ¿Cómo podemos gestionar esa culpa sin que nos bloquee?

La culpa es casi inevitable, sobre todo cuando eres madre. Nos han educado para creer que sacrificarnos es parte del rol, que la buena madre es la que aguanta, la que prioriza siempre a los demás. Pero esa narrativa es injusta, y nos rompe por dentro.

La culpa aparece porque creemos que separarnos les va a hacer daño, pero pocas veces pensamos en el daño de quedarnos en una relación sin amor, sin alegría, sin vida. Gestionar la culpa pasa por entender que cuidarte también es cuidar a tus hijos. Que tu bienestar emocional es su entorno emocional.

Siempre digo, sobre todo en mis redes: “Si tus hijas estuvieran en una relación como la tuya, ¿estarían felices?”. Y eso me ayuda a soltar. Porque sé que, aunque fue una decisión durísima, fue la necesaria.

Angie Luna
Lu Hoffmann

Los primeros pasos

En tu experiencia, ¿qué errores solemos cometer al principio de una ruptura y cómo podemos evitarlos?

Uno de los errores más comunes es querer tapar el vacío con movimiento constante: nuevas relaciones, trabajo sin descanso, una aparente “superación” que solo evita mirar hacia dentro. Otro error es querer mantener una amistad inmediata con la expareja, cuando aún no hay claridad emocional. Eso solo confunde y alarga el duelo.

También nos engañamos diciendo “estoy bien” demasiado pronto, cuando en realidad seguimos rotas por dentro. Para evitar todo eso hay que permitirse parar, sentir, llorar, vaciarse… y luego, poco a poco, reconstruirse. Buscar ayuda profesional, apoyarte en quien te nutre, no en quien te exige.

El duelo no es lineal. Habrá días buenos y días muy difíciles. Entender eso ahorra mucho sufrimiento innecesario.

Después del divorcio, ¿qué claves ayudan a mantener una relación de coparentalidad lo más sana posible con una expareja?

Lo primero es aceptar que la relación ha cambiado para siempre. Ya no sois pareja, sois un equipo parental. Y desde ahí hay que redefinir los acuerdos. Es fundamental establecer límites claros, una comunicación neutra y un enfoque práctico.

También es vital trabajar el desapego emocional. No se puede construir algo sano si seguimos esperando que la otra persona reaccione como cuando era tu pareja.

Cada separación es diferente, pero algo que ayuda mucho es dejar bien definidos los acuerdos, tanto emocionales como legales. Y recordarte cada día que tu paz vale más que ganar una discusión.

Y sí, esto se dice fácil, pero cuesta. Costará tiempo, energía y paciencia. Pero siempre costará menos que quedarte en un matrimonio roto, intentando sostener sola algo que ya no funciona.

Cuando hay niños de por medio, ¿cuáles son las claves para que la familia siga funcionando tras el divorcio?

Para mí, la clave es entender que la familia no se rompe: se transforma. La relación de pareja puede terminar, pero la de madre y padre no. Hay que cambiar la mentalidad: ya no somos pareja, pero sí seguimos siendo familia.

Eso implica madurez, dejar el ego a un lado y compromiso emocional. Algunas claves básicas: hablar con respeto del otro progenitor, no usar a los niños como intermediarios, mantener rutinas claras y estables, y, sobre todo, estar presentes de verdad.

Una separación no tiene por qué ser traumática. Lo que la convierte en herida es la forma en que los adultos la gestionan.

La paz con tu ex

¿Crees que es posible llegar a una paz verdadera con un ex, incluso si no hubo un cierre amable?

Sí. Pero esa paz no siempre llega desde el otro, muchas veces llega desde ti. No todas las historias tienen un final amable o una conversación de cierre. Y está bien. A veces, la paz llega cuando decides dejar de esperar ese “lo siento”, ese cierre perfecto, y eliges soltar igual.

Es poder mirar hacia atrás sin que te duela el pecho. Es entender que no necesitas el permiso de nadie para sanar. Y aunque no siempre es inmediata, esa paz es posible. Y vale tanto, que una vez que la encuentras, no la vuelves a negociar.

¿Cómo podemos empezar a reconstruir nuestra autoestima después de una ruptura?

La autoestima no vuelve de golpe, se reconstruye con paciencia y ternura. Yo empecé recordando quién era antes de ser “nosotros”. Volví a escribir, a mover mi cuerpo, a darme espacios de silencio. Empecé a hablarme bonito, a cuidarme sin culpa.

La autoestima no es quererte “a lo grande”, es tratarte con respeto incluso en los días más difíciles. Es decirte: “Hoy hice lo que pude. Y eso es suficiente.” Y con cada acto pequeño de amor hacia ti, te vas recuperando. No de un día para otro, pero sí con constancia.

Angie Luna
Marc Barnils

El amor tras la ruptura

¿Qué hábitos o decisiones ayudan realmente a reencontrarnos con nosotras mismas?

Escucharte sin juzgarte es el primer paso. Dejar de pedir permiso para priorizarte. Decidir que tu bienestar ya no es negociable.

Hábitos como escribir un diario, salir sola, permitirte estar en silencio, ir a terapia, retomar algo que te conecte con tu esencia… todo suma. También ayuda muchísimo rodearte de mujeres reales, que no te exijan “estar bien” rápido, sino que te sostengan en el proceso.

Y sobre todo, darte permiso de equivocarte. Reencontrarte no es volver a la de antes, es descubrir quién eres ahora, con todo lo vivido.

¿Qué le dirías a una mujer que cree que ya es “demasiado tarde” para volver a enamorarse, o incluso para volver a confiar?

Le diría que no existe un “demasiado tarde” cuando se trata de amor o confianza. Cada etapa de la vida trae nuevas versiones de nosotras, y también nuevas formas de amar.

No estás rota, estás en proceso. Y la confianza empieza por ti: cuando te eliges, te sostienes y te tratas con amor, ya no esperas que alguien venga a completarte. Lo que venga, será para compartir, no para llenar un vacío.

El amor verdadero, el que suma, puede llegar a cualquier edad. Pero el primero, el más grande, es contigo.

Hablas del amor propio como el amor más grande. ¿Cómo se cultiva ese amor en el día a día?

El amor propio se cultiva con los gestos más pequeños. En darte permiso para descansar. En ponerte crema con cariño. En hablarte con ternura cuando fallas. En elegirte, aunque otros no lo entiendan.

Es una práctica diaria: volver a ti, cada vez que te abandonas. No es ego, no es moda. Es la base sobre la que se construye todo: maternidad, vínculos, proyectos. Cuando aprendí a amarme de verdad, mi vida cambió. Porque ya no me conformo con lo mínimo.

Y eso es lo que quiero que mis hijas vean y aprendan: que su bienestar no es negociable. Que el amor más grande empieza por una misma.

 Para acabar, si una de nuestras lectoras está pasando por un divorcio doloroso, ¿qué consejo le darías?

Le diría que no se exija estar bien. Que el dolor es parte del camino. Que no tenerlo todo claro no significa que esté perdida, solo que está en proceso.

Si hoy solo puede levantarse y respirar, eso ya es suficiente. Que se abrace con paciencia. Que se rodee de quienes no la juzgan. Que escriba, que camine, que llore. Y que recuerde que lo que ahora duele un día será su fuerza.

Del otro lado de este duelo hay una mujer nueva esperando ser descubierta. Más libre, más fuerte y más ella que nunca. Y aunque hoy no lo vea… yo lo sé, porque yo estuve ahí.