"Va a ser la Nochebuena más difícil de mi vida"

Terelu nos cuenta como empiezan sus festividades navideñas y lo que supone la navidad para ella

Terelu Campos

Presentadora, colaboradora televisiva, bloguera y actriz

Actualizado a 20 de diciembre de 2023, 06:44

Pedro Pernía
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Después de “Jagüelin” (Halloween), porque a mí me gusta pronunciarlo así, ¡ya están aquí, otra vez, ‘las bonitas Navidades’! Estoy hasta el mismísimo moño de que tengamos que incorporar a nuestra cultura todas las americanadas. Si la gente es feliz es lo más importante en la vida. Yo detesto “Jagüelin”, porque odio disfrazarme. No sé qué pasa, que estos últimos años cuando termina esta fiesta parece que, al día siguiente, ya es Navidad. Cada vez los alumbrados navideños de las calles se encienden antes. Lo siguiente que vamos a incorporar es el Día de Acción de Gracias. ¡Madre de Dios! Como nos descuidemos nos van hacer el encendido navideño en el mes de octubre.  

El amigo invisible 

Estos días, se habla mucho del espíritu navideño y yo carezco de él. Para qué vamos a mentir, porque todos los que me habéis seguido a lo largo de mi vida profesional sabréis que digo la verdad. Eso no significa que no celebre las Navidades como cualquier hijo de vecino. Hay algo de estas fechas que me gusta especialmente: la cena de Navidad con mis chicas de los jueves y hacer el amigo invisible. Tenemos como norma gastarnos solo 40 euros cada una. Yo siempre les explico que, al no saber conducir, tengo que contratar a mi Carlos para que me lleve y traiga a las tiendas a buscar el regalo. Si cuesta 15 euros más de lo marcado lo compro igualmente. Al final, si tengo que ir dos veces por la razón que sea me cuesta más de 100 euros el amigo invisible. Menos mal que después de tantos años, mis amigas lo han entendido. Siempre tenemos la broma de cuando abrimos los regalos canturrear: “Eso no vale 40 euros”, repetidamente. Este año nos hemos juntado todas en la casa de mi gran amiga, Raquel, una anfitriona increíble.  

Terelu

Cantando con el karaoke 

Qué mesa más bonita puso. Dios no me ha dado a mí esa virtud y mira que intento ponerla lo mejor que puedo. No tengo ese arte, esa gracia y ese gusto que tiene mi amiga. Sé lo que es bonito y feo, pero en mi mente no se me ocurre adornarla como ella. Qué noche tan buena y tan bonita pasamos el pasado día 15. Este año yo iba a cocinar una carne y las cosas que me gustan. A mí no me hubiera costado, porque me encanta meterme en la cocina. Al final, mi amiga encargó un catering. Las que recibimos en casa, lógicamente, nos cuesta más dinero. Bendito sea el dinero gastado en la gente que quieres y que te quieren. Mi amiga Maggi, a la que amo con locura, contrató un karaoke como regalo para todas. No pudimos cantar peor. Eso no lo puedo reproducir por aquí, pero si estas páginas tuvieran un botón y le dierais al play os reiríais un buen rato. Después, mi querida amiga África nos regaló un Niño Jesús que han hecho unas monjitas y que tenía su camita hecha de punto. Para rematar la noche, mi amiga Carolina, que había llegado de Vietnam, nos trajo a todas un gorro típico de allí. ¡Maravillosa la foto de todas con el sombrero! Para no tener espíritu navideño, el poder estar con las personas que son importantes en tu vida eso sí que es el espíritu de todos los días del año. No solo de Navidad.  

Juerguista y responsable 

Estoy trabajando como una loca. Hacía años que no me levantaba a las cinco de la mañana. ¡Se me había olvidado lo qué era eso! Me despierto cuando aún no están puestas las calles, me recogen a las seis y me acuesto a las nueve y media de la noche. Meterme en la cama a esa hora es un castigo divino para mí. Soy la más juerguista y la más sociable, pero la más responsable trabajando, también. Mis padres me enseñaron que el trabajo es algo sagrado y así lo ejecuto a lo largo de mis 36 años de carrera. Lo mismo es algún año más, pero no voy a echar la cuenta.  

Mi verdadera navidad 

Las Navidades me gustaban cuando era pequeña y pasábamos la Nochebuena en casa de mi tío Juan, el hermano mayor de mi madre. Estábamos todos juntos y no teníamos preocupaciones ni angustias. Era feliz y me sentía querida por mis padres, por mis abuelos, por mis tíos y por mis primos. Esa era mi verdadera Navidad y desapareció hace muchos años. No os engaño, pero me enfrento a la Nochebuena más difícil de mi vida. No sé cómo la voy a superar, porque sé que será una noche difícil. Os prometo que me abriré de corazón para contaros cómo la he vivido y sentido. Después de darle muchas vueltas, he adornado mi casa con un bonito árbol de Navidad. Le quiero dar las gracias a mi amigo Fernando de la floristería ‘Las Camelias’ de Alcorcón que me ha ayudado mucho en esta decisión. Me dijo: “A tu madre le gustaba mucho la Navidad. No te olvides de eso”. Por eso está ese árbol en el salón de mi casa.  

Y antes, la lotería 

Menos mal que antes de la Nochebuena viene la lotería. En Navidad juego el número que llevaba mi padre. Desde hace 50 años que apostamos por ese número, pero no nos ha tocado ni la pedrea. Ojalá este año, después de tanta tristeza, tuviéramos una alegría. Me conformaría con una cosita pequeña para terminar el año con unas gotas de felicidad. Por cierto, me llamó la atención que Ana Obregón, a la que quiero y sé que me quiere, me dijera que quería que fuera al bautizo de Ana Sandra. Cuando murió mi madre no pudo venir a su tanatorio y a su funeral. Lo entendí y le dije que se lo cambiaba por una invitación al bautizo de Ana. ¡Pues me he quedado con el traje en el armario! 

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