Pensaba que me iba a encontrar contenta a mi madre, pero no está tan a gusto como queríamos que estuviera

La semana pasada os decía que tenía la necesidad de encontrarme con mi tierra, con mis raíces, con mis amigos de toda la vida y con mi familia de aquí. Así que estás líneas os las escribo desde mi casa de Málaga un sitio al que necesitaba venir, sentarme frente al mar y pensar. Necesitaba llenarme de energía e interiorizar todo el dolor que he pasado todos estos meses.

Lo primero que he hecho nada más llegar aquí es ver a mi madre. Ella se vino unos días antes. Lo peor para mí para viajar es deshacer las maletas. Voy a cumplir 56 años y aún no consigo hacer una maleta como alguien normal. ¿Seré capaz de hacerlo, algún día, con cierto raciocinio y dejar de meter cosas “por si…? “ Ese “por sí…” me amarga la vida.

Mientras voy en el AVE camino de mi tierra hago un chat que se llama: “Terelu Julio Málaga” donde está mi gente de allí. La primera noche fui a cenar al Balneario, uno de los sitios que más me gustan. Como quería ver la puesta de Sol quedamos antes pero, mi gozo en un pozo, la calima no permitía ver nada. ¡Empezamos bien! A pesar de esto disfruté mucho cenando con mis amigos viendo un mar trasparente como no había visto hace mucho aquí.

De repente, aparece una persona y me regala una biznaga que me había comprado un hombre. Pregunto: “¿quién es es hombre?” No me contestaba. Me doy la vuelta, veo dos hombres y me doy cuenta que eran dos paparazzis los que me la habían comprado. Me gusta tener buena relación con ellos porque no puedo olvidar que somos compañeros. Me pidieron hacerme una foto y accedo. Supongo que las veréis en estos días si es que no las han publicado ya. Como el ocio nocturno no cierran tarde, me voy a casa a la una de la mañana. No me parece mal ya que me considero Drácula y me estoy acostando a una hora decente.

Volviendo a mi madre... Pensaba que me la iba a encontrar contenta aquí, pero las cosas no fueron así. Mi madre no está tan a gusto como queríamos que estuviera. Esto me produce una profunda tristeza porque no está disfrutando del privilegio que es tener una casa frente al mar en nuestra ciudad. También la entiendo, cuando uno tiene una edad, adaptarse a otro entorno no es fácil. 

Si hay algo que me consuela es que ha podido ver a sus hermanos y a sus primos. Reconozco que mi madre está un poco antisocial y eso no es bueno. Ahora sé que está feliz porque está conmigo y jugamos todos los días a las cartas. ¡Menudas palizas me da! Todas las mañanas me levanto, dejo lista la comida y después me bajo a la piscina con mi madre para que nade y se dé unos baños. A eso de las ocho y media de la tarde es mi momento y quedo con mis amigos para airearme y hablar con ellos.