María Teresa Campos se derrumbó el viernes y decía llorando: "¡Por qué no yo!"

10 de julio de 2018, 13:30

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Cuando Terelu le contó a su madre que volvía a tener cáncer, Teresa se puso a tiritar y todavía no ha dejado de hacerlo. Eso que se lo comunicaron tan bien, le dieron tantas esperanzas, le quitaron tanta importancia que el primer día, el jueves, se mantuvo serena, pero el viernes se derrumbó. No cesaba de llorar y de decir, ¡por qué no yo, por qué no yo! Nadie sabía cómo consolarla, ni Edmundo, ni las hijas, ni los nietos. Que se derrumbara, es lo que tanto temía Terelu, más que a su propia enfermedad.

Un tumor de pocos milímetros en el pecho izquierdo, maligno, sí, pero sin ramificaciones aparentes, cuyo verdadero alcance no se sabrá hasta que no la hayan operado. Mejor dicho, hasta que no analicen el tejido que le extraerán en la intervención, aunque todo parece indicar que, sea cual sea el resultado, necesitará un tratamiento posterior más o menos largo.

Y todo esto ha ocurrido en la misma semana en que Terelu iba a dar un impulso importante a su vida profesional, en la que, después de una época oscura y complicada, iba por fin a salir el sol para ella. Un atractivo contrato en Telemadrid para presentar un programa de variedades los miércoles, a partir de septiembre, el regreso por la puerta grande a su antigua casa en la que, a pesar de lo que se ha comentado, tantos amigos dejó en su momento. Y, como queda dicho, la primera preocupación fue su madre, pero la segunda fue, ¿me firmarán el contrato de todas formas? ¿Saldrá adelante este proyecto? Terelu, atenta y cariñosa como siempre, me dice con serena resignación acerca de su recaída: “Sí, esto ha sido una putada... Pero voy a seguir luchando y, con el cariño de los que me queréis, me será más fácil”. Ánimo, amiga. Nos vemos en septiembre.

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