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Lunes, 12 de octubre. Ayer hicimos dos funciones a teatro lleno y hoy ya nos despedimos de Bilbao. Por cierto, el teatro en el que he actuado se llama ‘Campos’. Ya os podéis imaginar el juego que me ha dado el nombre. Qué privilegio poder salir de tu entorno y ver las cosas con perspectiva. Disfruto paseando por Bilbao, con el cariño de su gente, con la limpieza de la ciudad. Y pienso en mi Madrid y me revuelvo de rabia porque entre todos la hemos convertido en una ciudad tóxica, crispada, egocéntrica, pretenciosa. Madrid es única, la mejor ciudad del mundo para vivir. Pero urge un gran examen de conciencia de todos los madrileños para intentar averiguar en qué hemos fallado. La que antes era una ciudad acogedora se ha convertido en un campo de batalla. Y es cierto que siempre te quedan ganas de volver para ver si las cosas cambian. Y cambian, sí, pero a peor. Estamos más divididos, más cansados, menos optimistas. Nada como irte de vez en cuando de Madrid para darte cuenta de lo sano que es no mirarse tanto.