Jorge Javier Vázquez

Jorge Javier Vázquez

Papa León XIV
GTRES

“Me ha emocionado saber que el nuevo Papa visitó mi barrio de Badalona”

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Jorge Javier Vázquez

Escritor, presentador, actor y productor teatral

No estaría yo tan harto de información papal cuando el sábado me tragué la película “Cónclave”. Me entretuvo, aunque tuve que verla  –siesta mediante– en dos partes. En lo relativo a esta movida lo que más me ha gustado e incluso emocionado es saber que León XIV visitó mi barrio –Sant Roc, en Badalona– allá por el 2017. Y que dejó escrito que lugares como el Ateneu de Sant Roc “son los que mejor responden a las exigencias del Evangelio”. Escribe Helena López en El Periódico que el agustino Robert Prevost visitó no una, sino dos veces, un barrio “que fue uno de los polígonos construidos para acoger a los damnificados por las riadas del año 1962, para compensar las expropiaciones que se hicieron para construir la autopista y para realojar a los habitantes de las barracas del Somorrostro”.

Y sigue explicando Helena Gómez que entidades como el Ateneu Sant Roc son “un referente indiscutible en este enclave de Badalona golpeado por la pobreza, los desahucios y el olvido institucional”. A sus pies, León XIV. Por estar al lado de los desfavorecidos y no trapicheando con el poder. Acabo de escribir que me ha hecho ilusión saber que León XIV estuvo en mi barrio, pero no. Ha sido algo más. Me he sentido más orgulloso todavía de haber pasado mis primeros veinticinco años en un lugar donde viví tantos ejemplos de solidaridad, generosidad y buena vecindad. San Roque –ahora Sant Roc– era un barrio con muy mala fama.

Papa Leon XIV
Getty Images

Los que no vivían en él lo consideraban peligroso porque buena parte de los vecinos eran de etnia gitana. Racismo en estado puro. Pero lo cierto es que no existían problemas de convivencia. Ni era un barrio conflictivo. Aunque eran tantos los prejuicios que cuando me preguntaban que donde vivía siempre contestaba que “al lado de los bomberos”, porque me daba vergüenza decir que era de San Roque. “Los bomberos” era un parque que inauguró Josep Tarradellas. Lo vi desde mi balcón del octavo tercera. Y recuerdo a la perfección lo que estaba escrito en una escultura que creo recordar que era la imagen de una mujer sosteniendo en su regazo a un bebé: “Duerme tranquila, ciudad. Tus bomberos te velan”. 

El hogar derribado

¿Que como era San Roque? Un barrio muy feo. La mayor parte de los edificios fueron construidos con cemento aluminoso, lo que provocó la aparición de aluminosis. El mío fue derribado hace algunos años. Cada vez que paso por delante me acuerdo de mi padre, que murió en su habitación. Ni rastro de ella queda ya, solo recuerdos en nuestra memoria. Muy buenos, en mi caso. Que casi la práctica totalidad de los vecinos no fueran catalanes contribuyó a que se crearan unos vínculos emocionales muy potentes.

La añoranza por la tierra abandonada sirvió de pegamento a una población que tenía que luchar muy duro para enfrentarse a la supervivencia. El paro y la heroína causaron estragos. Siempre había un vecino al que poder ayudar o al que acudir para solucionar un problema. Y para compartir alegrías, claro, que también las había.  Qué bodas montaban los gitanos, que lanzaban peladillas en vez de arroz a las novias. Y cómo celebraban las verbenas de San Juan, con hogueras grandísimas y música de Camarón. Criarme en un barrio como Sant Roc me ha enseñado que una de las grandes lacras de nuestra sociedad es la desigualdad.

Y que las administraciones deberían tener una sensibilidad especial con todas aquellas personas que, por diversas circunstancias, están abocadas a la desesperación si no se les ayuda. Nacer en un determinado lugar no debería condenarte a llevar una vida exenta de esperanza. 

Soltero de nuevo

Paso el domingo nervioso por culpa del fútbol. Almuerzo tarde fuera de casa y consulto el móvil cada dos por tres para ver cómo va el Barça. Al llegar a casa intento ver el final por la tele pero resulta que el wifi está caído. Así que tengo que volver al móvil. Qué alegría cuando acaba el partido. Justo entonces vuelve el wifi. Y me pongo los goles del Barça en diferido. Qué placer. Solo veo el fútbol cuando mi equipo gana, soy así de ventajista. Tras el fútbol, el tercer capítulo de Mariliendre. Me declaro seguidor incondicional de Blanca Martínez, la protagonista. Menuda actriz. Cuánto talento. Qué ganas tengo de que le vaya bien y le salgan un montón de trabajos para seguir disfrutándola.

Pelayo y Andy
Garófano

Entre el almuerzo y Mariliendre he aprovechado para pensar en Andy Mc Dougall, el ex de Pelayo Díaz. Hablé con él durante las publicidades el pasado jueves en ‘Supervivientes’ y me enamoré un poco. Desde el jueves hasta el domingo mi enamoramiento ha pasado por diversas fases. La última: calibrar las probabilidades de que nuestra relación llegue a buen puerto. ¡Ay! No las tengo todas conmigo. Me contó que el fin de semana se iba con unos amigos a Amsterdam y yo arrugué un poco el morro, porque hubiera preferido que se quedara encerrado en su casa pensando en mí. Pero no. Que se fue a Amsterdam, el tío, sumiéndome en la más absoluta de las zozobras.

Luego ya mi imaginación comenzó a dispararse y me visualicé diciéndole que no me gustaban los photocalls y que los sábados me metía a las nueve de la noche en la cama porque me gusta dormirme con la luz del día. Entre una cosa y la otra espié su Instagram y vi demasiada guapura. Total, que me convencí a mí mismo de que era mejor que no iniciáramos nada. Y así estoy al final del domingo: soltero otra vez. Que no se me olvide decirle la próxima vez que lo vea que “lo siento”, pero que no quiero nada con él. Cuando antes lo sepa, mejor. Así no se crea falsas ilusiones.

Antes de dormirme, leo en los Diarios de Rafael Chirbes: “El hombre no tiene tiempo para almacenar ordenadamente todo lo que los tiempos modernos han puesto a su alcance”.  No tener ningún plan el fin de semana y que no te invada el sentimiento de culpa se ha convertido en un acto revolucionario.