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Por las mañanas, mientras hago deporte, veo la tertulia política de Ana Rosa. La semana pasada salió Rafael Hernando y ofreció su particular visión de las elecciones y del país. Era todo tan retro que sólo le faltaba fumarse un puro y darle sorbos a un carajillo para conformar el retrato de una España trasnochada. Rectifico: no le faltaba nada, él en sí mismo era el ejemplo del pasado. Veo a Rajoy, a González Pons, a Cospedal, a Soraya, a Floriano y a Pío García Escudero y me pregunto qué ha hecho este país para merecerlos. Representan a una España triste y angustiada. Sin futuro. Aferrada a modelos caducos. Vieja. Cogieron las riendas de un país en crisis y presumen de haberlo recuperado. No es cierto. Van a dejarlo peor. Con más gente pobre y mucha más desigualdad. Basta de engaños. España no es el idílico lugar que nos venden desde los telediarios de La 1. Sigue siendo un país sumido en la desesperación.