Belén Rodríguez y yo nos llamamos para cerciorarnos que estamos vivos

Lo de “meterme por la noche en la cama” puedo escribirlo ahora porque es invierno. Si me toca presentar un programa que me obligue a acostarme tarde, cuenta que al día siguiente puedo estar cerrando el ojo sobre las ocho de la tarde. Cuando hago los ‘Sálvame’ diarios, pues estiro un poco más el día y me meto en la cama sobre las nueve y media de la noche. Pocas veces me dan las diez.

Así que a las seis de la mañana estoy ya más o menos despierto, me intercambio con Belén Rodríguez el emoticono de la personita con la mano levantada, nos llamamos para cerciorarnos de que estamos vivos y así día tras día. ¿Hasta cuándo? No lo sé.

Estoy tan escaso de ilusiones que no me apetece ni viajar. Tenía un billete y un hotel reservado para pasar las vacaciones en Brasil y esta misma semana lo he cancelado. A veces toda esta situación me provoca cierta angustia. Y un poco de tristeza también. Pero estoy consiguiendo domarla, no me agobia en exceso. 

Sé que todo esto también pasará. Que volverán la alegría y las ganas de vivir. Solo hay que tener un poco de paciencia. Y aceptar que a veces uno está triste. Y convivir con ese sentimiento, no intentar ahuyentarlo continuamente porque la sociedad nos quiere alegres. Paciencia y esperanza. No hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista.