"Me he equivocado siempre en el amor"

7 de marzo de 2013, 17:30

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Lola Herrera, querida e inmensa actriz, ha interpretado miles de personajes y su camino no ha sido siempre fácil. Quizá por eso transmite esa sabiduría y certeza; y un estilo que demuestra que la belleza no tiene edad.

Los tópicos no van con ella y prueba de ello son los atrevidos diseños para Bababa, su marca de ropa y nueva ilusión, pensados, como ella misma afirma, para mujeres que “aceptan la vida, el paso del tiempo, y dicen ‘Aquí estoy yo y no tengo ganas de renunciar a nada”. Es un proyecto familiar que compagina con su próximo trabajo teatral, ‘El estanque dorado’, junto al argentino Héctor Alterio, con quien no trabaja desde 1978, “y me apetece mucho”.

 

 ¡Estás espléndida!
 -Creo que es la vida que llevo, aunque hay que cuidarse. Pero gimnasia no hago, no soy de esa época. He sido siempre una mujer coqueta, no en extremo, pero sí cuidadosa de mi persona y con un sentido de la estética. Me conozco bastante bien y empecé a conocerme antes por fuera que por dentro. Es un reflejo de una manera de ser. Me administro los años, la capacidad que tengo de aguante.  


 Eres muy joven a los 77 años…
 -Tengo muchísima energía, pero con los años noto la pérdida. Hay días que no puedo con mi vida, pero también me pasaba con 30. Tengo la suerte o la capacidad de que algo pequeñito puede conseguir que olvide la mala sensación de algo muy gordo. Eso te ayuda mucho. Yo, por si acaso, estoy de buen humor siempre. Hay veces que el vaso puede estar vacío y sé lo mal que se pasa. Tocas fondo y piensas que no vas a salir. Al final, eso nos hace aprender. De las malas vivencias se aprende más.


 ¿También del desamor?
 -De joven deseaba ser como las demás mujeres: compartir todo, las alegrías y las penas. Lo intenté, pero no salió bien. ¿Y sabes qué? Eran personas que me desorganizaban la vida; así que decidí organizarme sola. Lo de la pareja tiene sentido desde el principio del viaje y yo estaba preparada para eso. Tenía fidelidad para dar y tomar. Yo quería eso, pero no lo he tenido.  


 ¿Hubieras dejado tu trabajo por un amor?
 -¿Yo? ¿Dejar mi trabajo? (carcajada) ¡Nunca! Mi independencia es mi trabajo y eso no lo abandono por nadie.  


 ¿Te has cerrado al amor?
 -Lo de irme a vivir con alguien no es que me horrorice, pero estoy muy bien sola. Hay etapas en las que da miedo estar solo y algunas parejas se resisten a separarse. O como decía mi abuela: “Es raro quitar el banco” (risas). He pasado lo más duro de la vida sola y ahora que estoy en tramos estupendos, pues también.


 ¿Y cómo te sacudes ahora a los pretendientes?
 -Se me ven las intenciones enseguida. He tenido alguna que otra historia. Cuando no quieres quedarte con un señor es estupendo, porque vives lo que llegue y de una manera más libre. ¿Que no llama? ¡Qué me importa! En el amor, a veces nos equivocamos, porque necesitamos llenar los huecos y nos agarramos a quienes tenemos cerca. En ese sentido, yo me he equivocado siempre.


 El nombre de la marca Bababa tiene una historia preciosa.
 -Con 70 años, mi padre perdió el habla al sufrir una trombosis y se quedó con un lenguaje muy corto. Cuando veía algo que le molestaba y quería manifestarse decía: “Bababa”. Daniel, mi hijo, que está conmigo en este proyecto, propuso Bababa como nombre para la firma. Mi padre, para mis hijos, ha sido un padre y lo adoraban. Lo más increíble fue cuando le comenté a una amiga de Irán que se iba a llamar así y me explicó que en iraní ‘Ba’ es ‘con’ y ‘Baba’, papá’. Bababa significa ‘Con papá’. Casi me quedo muerta.


 ¿Un mensaje? ¿Casualidad?
 -Yo cuestiono las casualidades. Es por algo. Vamos por un camino.  Cuando se te va alguien tan querido sabes que el vacío es tan inmenso que haces el duelo, y esas personas se incorporan a tu vida otra vez. No hablo sola, pero sí les pregunto, las tengo en cuenta. Mis padres están conmigo.


 En tu faceta como diseñadora, ¿atiendes a las clientas?
 -Las señoras se quedan sorprendidas. Hay una relación de sinceridad y estoy descubriendo que todas las mujeres nos parecemos.


 Ni siquiera a un fresco corte de pelo que no deja indiferente a nadie. ¿Cómo surgió?
 -Fue preparando ‘Eva al desnudo’ y me inspiré en Rita Hayworth, en su película ‘La dama de Shanghai’. Iba de rubio y con pelo corto. Además, es una solución a las canas. En el teatro me pongo una peluca.


 A las mujeres siempre nos machacan con el físico.
 -Nos venden que hay que ser joven, que hay que operarse, ponerse botox. Nos dicen que no puedes tener arrugas y si te pones esto desaparecerán. Es una tomadura de pelo. La belleza está en todas las edades ¿Y qué tontería es esa de la tendencia o el color de moda? Yo tengo todo el arco iris. Puedes llevar cualquier color, el que quieras.


 ¿Te gustaría ser abuela?
 -Me gustaría siempre que mis hijos quieran ser padres. ¿Cómo no me va a hacer ilusión tener un niño en casa? Pero ni se me ocurre decirles algo semejante a mis hijos, como esas señoras tan pesadas. ¡Ellos sabrán! Tener un hijo es una cosa muy seria.


 ¿Tú cuándo sentiste que la vida iba en serio?
 -Yo he sido mayor desde pequeña. Soy niña de la posguerra. Cuando se nace en una familia de obreros en una dictadura, creces a pasos agigantados. Eres una niña adulta, vives la vida aceleradamente. Nunca he vivido en las nubes.


 Con tanto trabajo, no paras. Eres una persona muy activa.
 -Sí, tengo mucho jaleo por mi trabajo. No paro de trabajar. Este verano empiezo a ensayar ‘El estanque dorado’, con Héctor Alterio, y es un texto que me apetece mucho.

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