"Ha pasado algo muy gordo": la historia del exiliado español con el que Sara Montiel podría haber tenido un hijo en México

Para la historia, Sara Montiel tuvo dos hijos, Zeus y Thais Tous, pero ¿y si la actriz hubiese tenido un tercer hijo en México con un exiliado?

Sara Montiel
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Álex Ander
Álex Ander

Periodista especializado en corazón y crónica social

Sara Montiel no se cansó de repetir que su madre había sido su gran apoyo y referente en la vida. A ella dedicó por ejemplo su libro de memorias 'Vivir es un placer', donde describe a María Vicenta, una humilde peluquera a domicilio que antes de alumbrar a la artista fue madre soltera de un niño por decisión propia, como “la persona que me ha acompañado siempre y que más he amado”.  Si bien uno de los grandes deseos del mito manchego consistió en llegar a ser una estrella de cine, otro fue tener sus propios hijos y transmitirles los valores y principios heredados. Lo primero lo consiguió durante la década de los cincuenta, siendo una veinteañera, gracias a su cara bonita, su indiscutible talento y su carisma. Lo segundo se convirtió en una misión algo más difícil y realmente no sucedió hasta que, ya en los albores de la democracia española, su marido Pepe Tous y ella adoptaron dos veces.

La actriz llegó a comentar públicamente que siempre tuvo problemas para tener hijos biológicos. “He tenido once abortos, el último con 51 años. Intenté parir, pero no pude. Casi lo logré en 1959, con una panza de ocho meses, pero me caí en el estudio de mi marido [el director de cine Anthony Mann] en Los Ángeles, y a las cuatro horas empecé a sangrar. Me hicieron una cesárea, pero el bebé había muerto en la caída”, aseguró sobre un episodio que al parecer dejó secuelas en su salud física y mental.

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Sara Montiel

Sara Montiel, junto a su marido, Pepe Tous, y su hija Thais

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La historia (secreta) de amor de Sara Montiel en México

Antes de casarse con Mann, Montiel pasó una larga temporada en México, donde se instaló junto a su madre, animada por el escritor Miguel Mihura, que además de ser su mentor, su Pigmalión y su primer amor, sufragó los gastos de los billetes. En aquel país rodó la española una docena de películas, entabló amistad con personalidades de la intelectualidad mexicana y mantuvo relaciones con figuras del exilio español como el escritor y dirigente comunista Juan Plaza, manchego como ella, al que por lo visto conoció en la fiesta de cumpleaños de uno de los hijos del doctor José Puche, quien la atendió de un catarro que cogió durante el rodaje de Furia roja.

“Al llegar a México, Sarita encontró en Plaza otra figura masculina-paternal que vendría a sustituir la imagen de Miguel Mihura a largo plazo. Consciente o inconscientemente repetía el mismo patrón. Poder contar con la orientación y el apoyo de un compañero mayor de edad y bien establecido en su campo laboral, con quien también pudiese compartir sus intereses culturales y artísticos en común, se convertía en un objetivo recurrente”, asegura Israel Rolón-Barada, autor del libro 'Sara Montiel. La mujer y la estrella más allá del mito'.

Una de las principales fuentes consultadas por el escritor para elaborar el ensayo son los ocho volúmenes del famoso Diario de Alfonso Reyes. Precisamente en sus páginas, el humanista mexicano dejó constancia de la relación sentimental que Montiel mantuvo con Plaza, quien le sacaba casi veinte años, estaba casado y era padre de dos niñas (una de las cuales nació precisamente durante su idilio con la actriz). 

 

Sara Montiel

Su relación más sólida y duradera fue con Pepe Tous, pero Sara Montiel estuvo casada hasta en cuatro ocasiones

 

Sara Montiel, amenazada de muerte por despecho

“Al llegar a México, Sara y su madre empezaron a quedarse en un hotelito”, comenta Rolón-Barada a Lecturas.com. “Luego se instalaron en una casa en la Avenida Insurgentes, y más tarde se marcharon a una casa en Cuernavaca, donde Sara adquirió su primera propiedad con el dinero que ganó haciendo aquellas películas mexicanas. Ella decía que se marchó a Cuernavaca porque la altura de Ciudad de México le hacía mal a su madre, pero mi teoría es que también lo hizo para seguir adelante con su relación con Juan Plaza”.

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Además de presentarle a su buen amigo Ramón Mercader en la cárcel de Lecumberri, donde el espía de la Unión Soviética pasó dos décadas por haber matado con una piqueta a León Trotski, Plaza se convirtió en el manager y administrador de Montiel. Aunque más habría valido que no lo hubiera hecho. Según el escritor, entre Plaza y Montiel "se repetía el típico caso de la artista que un día descubre que su marido y representante, en quien confiaba y a quien amaba, utilizaba sus ingresos para su propio beneficio. En este caso las dimensiones de los conflictos de pareja y los desacuerdos económicos escalaron hasta alcanzar niveles judiciales, amenazas y persecuciones”. 

Efectivamente, cuando la actriz más legendaria del cine español decidió abandonar México y así romper de forma definitiva con su controlador amante, el susodicho caballero se transformó en un hombre despechado. Tanto es así, que amenazó de muerte a la manchega (le envió un paquete con una tarta y una nota que rezaba “Vengo a matarte por puta. Juan”), y pasó una temporada persiguiéndola. Para huir de él, Montiel se estableció en Hollywood, sabedora de que su paisano no podría entrar en Estados Unidos por su estatus de exiliado comunista.

 

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¿Un hijo de Sara Montiel en México? Dos teorías y un regreso

“Mis relaciones con él fueron largas, pero siempre difíciles. Me quedé embarazada y tuve mi primer aborto: una niña que nació sietemesina ya muerta”, explicó la intérprete de 'El último cuplé' en sus memorias de Lecturas en 1983. Según su biógrafo, cabe la posibilidad de que aquel bebé engendrado en el país azteca no naciera muerto, sino que hubiese sido dejado en brazos del padre y que el hombre lo hubiese dado en adopción. También puede que aquella criatura recién nacida no llegara nunca a saber que su madre biológica era Sara Montiel. 

Otras versiones sostienen que, después del parto, alguien robó al bebé y se lo dio a un matrimonio de Valencia para que lo criara, o que Ramón Mercader (que también pudo haber sido el verdadero padre de la criatura, ateniéndonos a lo indicado por Carlos Ferrando en su libro de memorias) lo adoptó cuando tras salir de prisión, y tras pasar por Cuba y Praga, consiguió regresar a Rusia. “Hay varias teorías sobre el asunto”, apunta Rolón-Barada. “La mía es que, según le dejó a Juan aquella casa en Cuernavaca, Sara también pudo dejarle a ese niño, que no niña, que por lo visto tuvieron juntos".

A esa conclusión, añade, llegó de la mano de "la única persona que aceptó hablar  del asunto con alguien, en este caso conmigo: su hermana Ángeles Abad. Con ella, que nunca había dado una entrevista, hablé en el salón de su casa durante horas y horas. Me dijo que, cuando en aquellas navidades de 1955 Sara y su madre llegaron a Campo de Criptana procedentes de México, María le dijo ‘Ha pasado algo muy gordo’. Por discreción, Ángeles jamás preguntaría a su hermana o a su madrastra por ese asunto, pero ya sabes que hay ciertas cosas que ocurren en las familias y sin embargo nunca se tocan”.

Gracias a los diarios de Alfonso Reyes, Rolón-Barada ha podido averiguar también que, en un momento determinado, Montiel regresó a México, esta vez ya del brazo de Anthony Mann, para saldar cuentas pendientes con Plaza. Aunque no pudo hacerlo, porque el manchego salió por patas y se escondió en Sudamérica. “En teoría, Sara se presentó allí para cobrar un dinero que Juan le había administrado mal. En ningún momento le comentó a Alfonso que fuese hasta allí para cobrar la casa que le había dejado de regalo. Tampoco mencionó jamás que fuese a recoger a su supuesto hijo. En cualquier caso, la del hijo secreto es una historia que solo Sara podría habernos explicado”.

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