Cuando el 23 de junio, Gabriella se asomó a uno de los balcones del Palacio Grimaldi, quien observaba a la hija más joven de Alberto de Mónaco se percató de que algo le pasaba. Ella siempre había sido un soplo de aire fresco para el principado. La niña, poseedora de una alegría innata que contrastaba, por un lado, con la rectitud de su padre, y, por otro, con la aparente tristeza de su madre; había dejado de sonreír.
A lo largo de este 2025, Gabriella se ha ido apagando. ¿Le ha pasado algo a la pequeña, que cumplirá 10 años en diciembre? Ningún dato oficial ha trascendido, pero, quienes llevan casi una década observando a la benjamina de los Grimaldi sí que observan en ella un marcado cambio de actitud.
De los dos mellizos, Gabriella siempre había sido la más revoltosa, la más simpática y divertida. Un carácter tal vez fruto de ser la segunda y no la heredera al trono, puesto que toda la responsabilidad siempre había reposado en su hermano apenas unos minutos mayor, Jacques.
El cambio de actitud de Gabriella en la noche de San Juan
Todo esto parece haber llegado a su fin. Se acabaron las risas inoportunas o los comportamientos espontáneos que tanto gustaban a la prensa, puesto que demostraban la imagen más cercana de la familia real. Puede que este cambio de actitud solo sea provocado por la maduración de la menor, de que la pequeña está entrando en la preadolescencia; una fase más introspectiva en la que los niños van dejando atrás gran parte de la espontaneidad propia de los primeros años de vida.
Llegados a este punto en el que el cambio de comportamiento de Gabriella ha sido lo más reseñable de la célebre noche de San Juan, que tanta tradición tiene el principado, ha sido llamativo que, apenas unos días después, sepamos que tanto ella como su hermano se han quedado sin vacaciones a Japón.
Cancelación de un importante viaje
Charlene y sus mellizos debían viajar al país del Sol Naciente pero no podrá ser. La Casa Real de Mónaco ha emitido un comunicado en el que, aludiendo a motivos de crispación geopolítica, se han visto obligados a aplazar esta visita. En esta ocasión, la seguridad de la princesa y la de sus pequeños ha tenido más peso que mantener las buenas relaciones entre las dos monarquías.
“A raíz de los recientes acontecimientos en Oriente Medio, se ha decidido que la princesa y sus hijos no participen en este viaje”, se lee en el comunicado emitido y hecho público hace unas horas.
La cercanía de Japón con Irán, que ahora está siendo atacada por Israel, conflicto en el que Estados Unidos también ha decidido tomar parte y bombardear al país persa, ha puesto en alarma a los monegascos; quienes, para mantener a salvo a su familia real han preferido aguardar un tiempo y cancelar el viaje que debía tener lugar a finales de junio.
Una nueva decepción que se le suma a la pequeña Gabriella, que iba a participar en esta expedición con gran ilusión pero que, finalmente, se ha visto suspendida.
Charlene, la princesa triste
Hasta ahora, Gabriella no parecía haber dado señales de haber heredado ese carácter lacónico del que su madre lleva haciendo gala desde que puso un pie en Mónaco hace más de 10. Desde el principio, lo que más destacó de la exnadadora olímpica fue esa manera tan melancólica de mirar, de sonreír y de moverse. Durante años se la conoció como ‘la princesa triste’ y existen innumerables leyendas de sus negativas a pasar por el altar e, incluso, tratando de fugarse de la isla. Con los años, esta rumorología no ha ido más que aumento, llegando a su pico más alto cuando ella, tras padecer una supuesta neumonía durante una visita a su Sudáfrica natal tardó más de medio año en regresar a sus quehaceres como princesa.
El miedo está ahí. ¿Y su Gabriella, a sus 9 tiernos años, fuera ya la viva imagen de la pena de Charlene?