Tras su viaje a Gales para asistir a la graduación de la infanta Sofía (18 años), que por fin ha finalizado los dos cursos de Bachillerato Internacional en el UWC Atlantic College tal y como hizo su hermana Leonor (19 años) dos años atrás, los Reyes siguen con su imparable agenda. Ya de vuelta en España, una de las últimas citas conjuntas en las que Felipe VI (57 años) y doña Letizia (52 años) tuvo lugar en Extremadura. Concretamente en el municipio cacereño de Guadalupe, en el marco de los actos comprendidos en la celebración del X aniversario del reinado del soberano.
El caso es que lo que debiera haber sido un viaje protocolario fue un paso más allá. Tan simple como que, a sus reuniones con instituciones como el alcalde del pueblo y a la visita a lugares emblemáticos como el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe, se sumó un baño de masas con la ciudadanía. Hasta ahí todo previsible, solo que haciendo gala de su cercanía, el monarca y la consorte no dudaron en saltarse la 'línea de seguridad' para fundirse entre la multitud. Pero es que la proximidad no quedó limitada a su trato con los locales.
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Una jornada en la que la cercanía también existió entre el matrimonio
Solo hace falta echar un vistazo a la forma en la que medios internacionales como la revista alemana 'Bunte' hicieron crónica de la jornada para dar fe de ello. En la crónica publicada por la periodista Nicole Halster, experta en temas de realeza del medio, se aludía desde el principio a que Letizia y Felipe no tienen "miedo al contacto". De la Reina decían que se había dejado ver "tan cerca como pocas veces", así como que ambos "pocas veces han sido vistos tan emocionados".
Y es que la emoción por ser unos más de entre la ciudadanía por un rato ha traspasado fronteras y se veía incluso en la forma en la que el matrimonio real se relacionaba. "Accesibles, enamorados, radiantes", los define el texto de Halster, recalcando que durante su visita a Guadalupe mostraron "su lado especialmente accesible: cálidos, relajados y en total armonía con la gente". "Pero no es solo la cercanía con los fans reales lo que pone los pelos de punta", se añade, puesto que sobre todo "son llamativos los gestos cariñosos entre Letizia y Felipe".
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Justo tan solo unos días después de que los Reyes hayan celebrado sus 21 años de casados, la citada publicación expresa que "es aún más hermoso que su vínculo parezca hoy más fuerte que nunca". Siempre contra viento y marea, tratando de sortear los momentos más complicados y "a pesar de los rumores recurrentes de crisis". Por algo tan sencillo como que, sin necesidad de estar en España, ya parece apreciarse que lo suyo es una buena sintonía real. Al menos, así lo fue a su paso por Extremadura.
Más allá de los gestos, las miradas también hablan por ellos
"Se ríen juntos, intercambian miradas amorosas y se abrazan tiernamente, brazo con brazo, casi como una pareja recién enamorada", relata la cronista. Un ejercicio de desgranar las estampas difundidas de aquel día de dicha para la pareja y todos los que pudieron estar junto a ellos, que también remite a la forma que el Rey y su mujer tienen de comunicarse sin necesidad de utilizar las palabras: "El profundo contacto visual entre ambos no deja lugar a dudas: este amor está vivo y con todo el corazón".
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Una mirada de naturalidad, que también contempla el modo en el que Letizia "se toma tiempo para los encuentros personales, posa para fotos, charla con los visitantes y reparte abrazos cariñosos", pero que no omite que entre Rey y Reina existe una conexión por encima de la labor institucional. El reflejo del equipo en el que se han convertido y todo lo que han construido en las más de dos décadas que llevan juntos, solo que ahora en un momento vital radicalmente distinto a todos los que han enfrentado. Justo cuando sus dos hijas ya son mayores de edad y han emprendido sus propios caminos. Un nuevo desafío, y qué mejor forma de afrontarlo que valiéndose de miradas cómplices.