Adiós al binomio Tippi Hedren/Alfred Hitchcock. Tras dos películas juntos, la actriz anuncia que ya no rodará más películas con el director, al que acusa de haberla sometido durante los rodajes de ‘Los pájaros’ y ‘Marnie, la ladrona’ a tormentos psíquicos y abusos.
Las torturas de Hitchcock
“Rodando ‘Los pájaros’ Hitch- cock me aseguró que las aves serían de mentira, ingenios mecánicos, pero eran de verdad”, dijo Tippi. El director la encerró en una habitación con un montón de pájaros que la cosieron a picotazos y la llenaron de excrementos. Como el cineasta nunca quedaba contento, se recreaba haciendo tomas durante cinco días. “Casi me sacan un ojo. Ni siquiera el mejor adiestrador del mundo podría haber controlado a los animales. Fue brutal y desagradable”, se quejó la actriz, que comenzó a tener terrores nocturnos. “Mi médico suplicó a Hitchcock que me dejara tomarme unos días de vacaciones. Él se negó y el doctor le preguntó: ‘¿Está tratando de matarla?”, relató Tippi.
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Se abalanzó sobre ella y trató de besarla en una limusina
Durante los rodajes, Hitchcock se ponía celoso de Tippi cuando la veía con otros hombres. ¿Su solución? Prohibir a todo el equipo que hablara con ella. Una vez, estando los dos en una limusina, se abalanzó sobre ella y trató de besarla. En otro encuentro, durante el rodaje de ‘Marnie’, le pidió a la actriz que lo tocara y le susurró sucias fantasías románticas al oído. Tippi lo rechazó y juró que no trabajarían más juntos. La reacción de Hitchcock tras estas denuncias fue tajante. Afirmó que la actriz tenía un contrato en exclusiva con su oficina y que cualquiera que deseara contratarla debería negociar primero con él.
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Tippi Hedren destacó como pionera en la defensa de los derechos de las mujeres. Antes de que fuera habitual escuchar denuncias sobre abusos en los sets de rodaje, ella habló alto y claro de acoso y se negó a seguir depositando su carrera en manos de su verdugo. Para su desgracia, las garras de Hitchcock siguieron persiguiéndola, incluso después de negarse a continuar siendo la musa de sus perversiones. En cierto modo, él creó su carrera y él se encargó también de dinamitarla. Esta es la historia de una mujer que luchó por su libertad y pagó un alto precio por ello.
Empezó su carrera como modelo publicitaria
La historia de Tippi comienza el 19 de enero de 1930 en New Ulm, Minnesota. Hija de un pequeño comerciante descendiente de suecos y de un ama de casa con ascendencia alemana y noruega, la pequeña Nathalie Kay Hedren –su nombre real– heredó de sus padres los rasgos de belleza nórdica que años después despertarían la admiración del mundo. Aunque creció en Mineápolis y California, pronto quiso desplegar las alas como modelo y se mudó a Nueva York para perseguir la gloria.
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Allí conoció a su primer marido, Peter Griffith, un agente inmobiliario que también ambicionaba trabajar como actor. Juntos tuvieron una niña: Melanie. En la década de los denó a la marginalidad cuando ella denunció que la acosaba. “Nunca temí hablar, porque sabía que tenía razón”, dice la actriz. “Mis padres me inculcaron un buen sentido de la moral. Jamás aceptaré los deseos sexuales de un hombre poderoso por mantener un trabajo”, recalcó. Sin embargo, no solo perdió un trabajo: perdió muchos. Durante el tiempo que Hitchcock seguía manteniendo los derechos sobre la actriz, le impidió trabajar con varios directores, algunos de gran talla, como François Truffaut. A partir de ahí, su carrera entró en declive. Rodó muy pocas películas y nunca repitió el éxito de sus inicios.
La reina de las uñas vietnamitas y los tigres
En 1975 acogió en EE UU a unas refugiadas vietnamitas y las ayudó a formarse como manicuristas con su esteticista personal. Juntas, crearon un negocio de “uñas vietnamitas” que se convirtió en el germen de un fenómeno global que todavía perdura y del que ha obtenido pingües beneficios. “Soy la santa padrina de las manicuristas”, ha dicho. Como el cine parecía darle la espalda, probó suerte como cantante y sacó un ‘single’, pero recabó otro fiasco.
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Para entonces ya estaba casada con su segundo marido, Noel Marshall, un productor y director de cine que las metió a ella y a su hija, Melanie, en el mayor berenjenal de sus vidas: la película ‘El gran rugido’, que rodaron junto a 132 leones, tigres, guepardos y panteras. Noel dirigía y Tippi y Melanie actuaban. Como Tippi era ecologista, rehusó trabajar con animales amaestrados en cautividad, así que la familia se mudó a una reserva natural de Acton, California, y durante diez años de rodaje interminable convivieron con los felinos que campaban por allí a sus anchas. Todo el equipo recibió zarpazos y mor 50 Tippi trabaja, sobre todo, en publicidad, llegando a aparecer como modelo en las portadas de Glamour y Life. Fue una de esas fotografías deslumbrantes la que llamó la atención de Alfred Hitchcock y le cambió la vida.
Los pájaros la llenaron de picotazos y excrementos
El orondo director estaba en aquel momento ansioso por encontrar a una actriz que se sumase a su larga colección de rubias. Cuando Grace Kelly abandonó el mundo del cine para dedicarse de lleno a sus tareas de princesa, a Hitchcock se le rompió el corazón. Rabioso por ‘perder’ a su musa, recurrió a varias estrellas –Janet Leigh, Eva Marie Saint...–, pero todas lo abandonaban. Decidió entonces que no contrataría a una actriz, sino que ‘crearía’ una, para poder modelar su carrera a su antojo. Hizo ‘castings’ entre aspirantes, buscó en agencias de modelos, en anuncios publicitarios, en todas partes, hasta que encontró una foto de una desconocida que lo cautivó. “Esta”, dijo Hitchcock. Era Tippi Hedren. La actriz acababa de divorciarse de Peter Griffith y vio el cielo abierto para dar un paso adelante en su carrera.
El declive de su carrera
Su gran oportunidad fue también su gran tragedia. Hitchcock la aupó a la gloria y la con-discos y Melanie llegó a necesitar cirugía reconstructiva facial después del ataque de un león. “Tengo problemas físicos porque he sido atacada por demasiados tigres
en mi vida”, ha reconocido Tippi. La experiencia le costó el matrimonio con Noel y la película fue, además, un batacazo.
Divorcio animalista
Tras divorciarse de Noel Marshall, probó suerte con dos matrimonios más. Primero con Luis Barrenechea, un empresario con el que estuvo diez años. Y luego con el veterinario Martin Dinnes, al que dejó guiada por sus principios. Dinnes practicaba en su clíni-
ca la desungulación, una técnica que consiste en mutilar una de las falanges de los gatos para evitar que así les salgan uñas.
Cuando Tippi se enteró de esto, pidió el divorcio. Hoy la actriz mantiene su pasión por los grandes felinos y continúa viviendo en el santuario animal donde rodó ‘El gran rugido’, sin marido pero con una decena de leones. “La gente piensa que ya no quiero actuar y que solo me interesa trabajar con los animales, pero no es verdad. Sigo siendo buena actriz”, afirma