"Garó es un caballero español a la antigua usanza"

16 de junio de 2017, 11:18

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El domingo me despierto con una buena noticia: Sábado Deluxe marca récord de audiencia gracias a la visita de Ángel Garó. No me sorprende el dato. La gente tenía ganas de escucharlo. Se presentó con un pantalón negro, camisa y americana blanca. Muy cuidado el vestuario y su puesta escena: sabía que no le convenía dar la nota así que se mantuvo durante buena parte de la entrevista en un tono medio-bajo.

Garó es un caballero español a la antigua usanza. Gusta de pronunciar palabras como “respeto” y “honor” y se rebela contra quienes dudan de su bonhomía. Utiliza para expresarse maneras un tanto afectadas que navegan entre la falsa contención y el amago de lloro de folklórico exagerado. Total, que entre una cosa y otra no puedes quitar la vista de la tele porque intuyes que en cualquier momento puede entrar en brote y regalarnos una performance protagonizada por varios de los múltiples personajes que tiene en cartera. Estuvo a punto de suceder pero no entró del todo en barrena y cuando se produjo ese momento creí advertir cómo asomó durante unos instantes su célebre “Juan de la Cosa”.

Al volver a casa me encuentro a mi familia despierta con ganas de darle al palique, total que al final nos metemos en la cama cerca de las cuatro de la madrugada. El domingo, cuando me levanto, ya están todos despiertos. Y hablando, claro. Mi hermana Ana dice que hablo tan poco como mi padre. Intento explicarle que ya largo demasiado en el trabajo pero sí, reconozco que en cuanto entro en mi casa me transformo en una seta muda. Ahora mismo mi madre está cocinando y Ana acaba de decirnos que luego ella se encargará de recoger la mesa. No la creemos. Ayer nos brindó una de sus frases míticas para zafarse de mover el culo: “A ver si me traéis un refresco que no he logrado encontrar la nevera en la cocina”. ¡Qué fresca!¡Ni que viviéramos en un palacio! P. se ha dado cuenta de sus artimañas y a primera hora de la mañana ya ha advertido que quien quiera algo se levante y lo coja. Nos despedimos casi llorando y prometiéndonos que nos veremos más a menudo.

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